martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 1 -DTD

CAPÍTULO 1

Las manecillas del reloj no se mueven, llevo diez minutos sumergida en él, pero parece como si el tiempo no pasara. A lo lejos oigo el murmullo de la explicación del profesor de 'Literatura' y la verdad no tengo muchas ganas de engancharme ahora a la charla por lo cual sigo mirando el reloj que parece haberse congelado.
Al fin suena el timbre, fin del día. Cojo mi mochila y como un rayo salgo de la clase. Mi taquilla está a unos diez metros de esta aula, cuando llego Andy me está esperando. Ella es alta, no hace falta que lleve tacones, su cuerpo en como el de las Barbie´s, pero a diferencia de ellas Andy tiene cerebro. Su melena oscura se ondula en las puntas y sus ojos verdes como el mar matan a cualquiera. La verdad no parece mi amiga, somos completamente distintas, yo mediré como máximo 1.60, mi pelo no llega más allá de mis hombros, mis ojos son de un tono marrón aburrido, y mi cuerpo, bueno de eso tal vez no puedo quejarme, llevo desde los tres años bailando, el ballet es como mi escapatoria, mi lugar donde de verdad puedo destacar, puedo ser yo y no tengo miedo a nada, y claro la danza te tonifica, pero por el resto soy del montón.
-Hola pequeñaja- Me saluda con su deslumbrante sonrisa, yo le devuelvo otra.
-Hola. ¿Qué tal el día?- Abro mi taquilla y meto los libros que no voy a utilizar y saco mi bolsa.
-Aburrido, como todos. Además tengo examen mañana, estoy muy deprimida.
-Bueno, no te agobies, lo aprobarás seguro. Te invito a comer para animarte.- La propongo mientras me mira con un toque de tristeza en sus ojos.
-No puedo Chloe, tengo que estudiar, por eso he venido. Me voy a quedar en la biblioteca, no te acompaño hoy a casa. ¿No te importa verdad?
-Ah, no en absoluto.
-En serio Chloe, si quieres...
-Que no de verdad Andy, es solo ir a casa, no me va a pasar nada por ir sola.- Cierro la taquilla con más fuerza de la que deseaba y me marcho hacia la puerta de salida.
Entiendo que no soy popular en mi instituto, bueno en ningún otro lado, pero eso no quiere decir que sea una niña inocente. Todos me tratan como si no pudiera estar sola, como si el tener diecisiete años en mi fuera tener cuatro de mentalidad, pues no. Y este es una de las consecuencias de que te hagan bullying, que todos sientan pena por ti, a veces me molesta demasiado.
Camino por la acera mirando mis pies. Me deprime mucho mirarlos, es como si discriminara mi pie izquierdo por tener la enfermedad, o como yo lo llamo, 'el obstáculo'. Hace unos tres años me diagnosticaron 'sordera del pie izquierdo', en otras palabras, las señales que mi cerebro manda el pie no las recibe o no las interpreta. Andar, antes era un reto, ahora ya no es un problema, puedo moverme con facilidad, pero el baile aún es mi meta pendiente. Llevo la danza tatuada a fuego en mi ser, sin ella no puedo vivir, mi vida no tendría sentido, así que esta enfermedad es el obstáculo que me impide vivir, de ahí mi apodo a la enfermedad.
Cuando levanto la vista ya estoy frente a mi casa. Grande, blanca.. da miedo. Bueno, solo a mí me lo da. Posiblemente tenga la mejor casa de todo el instituto, es grande, con jardines, piscina, muchas habitaciones... pero cuando la mayoría del tiempo que pasas en esa casa es sola, da miedo. Desde que mi madre, Katherine, murió de un infarto al corazón, mi padre siempre está de "viaje de negocios" con su empresa. Posiblemente alguna vez sea verdad, pero no siempre lo es. Cuando mi madre murió yo tenía once años, lo que mi padre creyó que era la edad suficiente como para estar sola, de lo que mi padre no se da cuenta es que cuando paso semanas sola en esta enorme casa el aburrimiento da que pensar, que investigar, y no sabe que yo se la verdad, el motivo de sus viajes. 
>Lo único que ataba a mi padre a este barrio de gente normal, clase común como los califica él, era mi madre. Cuando ella se fue, nada le impedía irse, pero claro no es bueno abandonar a su hija, no por él, por ser padre, sino por aparentar, eso le hundiría su reputación, así que lo compagina. Él conoció a otra mujer, idéntica a mi madre, ¿casualidad? No lo creo. Esta mujer vive en la zona rica de Inglaterra, Londres, donde él trabaja así que se va de "viaje de negocios" a estar con ella, y algún fin de semana como mucho una quincena al mes se pasa por aquí a jugar a ser papá.
Le odio. Muchísimo. Él y yo nunca tuvimos una buena relación, para que mentirnos. Cuando veo videos de cuando era pequeña distingo su sonrisa falsa, cuando está conmigo no presta ni un segundo de su apestosa vida, ¿para qué? Sería malgastar su valioso tiempo. Y la gota que colma el vaso fue aquel catorce de agosto, el día de la muerte de mi madre, él estaba en su empresa y sabiendo que yo estaba sola no se digno ni a presentarse al funeral, ni por mi ni por mi madre. Eso nunca se lo perdonaré.
Nunca.
En cambio, él hace como que no ha pasado nada, solo me ignora se hace el indiferente y si hay invitados se pone su máscara de falsedad y intenta ser el padre que me ha faltado toda la vida.
Abro la puerta, no se si hoy estaré sola. Creo que lo prefiero, al menos sola no tengo que pensar en él, en mi madre, en mi vida en general. Pero para mala suerte está. Sentado en el sofá leyendo el periódico. Solo me limito a dejar la mochila en la entrada.
-Hola Chloe.- Me saluda. Paso por delante suya para subir a mi habitación.
-Hola.
-¿Qué tal el día?
Hace tiempo que me hace gracia que me pregunte eso. Puedo contarle mil historias, que me han violado, que ha estallado la tercera guerra mundial incluso que he visto a mi madre en clase que nunca me hace caso, solo asiente con la cabeza y dice "Me alegro hija".
-Bien.
-Me alegro hija.- ¿Me equivocaba?
Subo corriendo las escaleras hasta mi habitación. Es grande, con una enorme cama de matrimonio solo para mí, me desplomo en ella. Tantos lujos, ¿para qué? Se creerá que así me conformo, pero no. Pongo la música alta, 'Let Her Go' de The Passengers. Me deshago de los zapatos y me acomodo en la cama. No tengo mucha hambre, así que me quedo cantando la canción.
De repente llaman a la puerta, me asusto y pasa mi padre. Bajo la música pero me quedo tumbada boca arriba, no puedo mirarle, me cuesta mucho. 
-Chloe, esta tarde tengo que marcharme a... a un viaje de negocios. Vamos a entrevistar a una futura estrella pop.
-Vale. ¿A qué hora te marchas?
-A las cinco salgo de casa. ¿No me vas a preguntar quien puede ser?
-Okey. No, pero si quieres contármelo adelante.
-Al hermano de Justin Bieber.
-Me alegro. ¿Hay comida o pido pizza?- No quiero interesarme por su vida, total él no lo hace con la mía.
-Yo ya he comido, creo que queda algo. Hazte una ensalada, la pizza es pura basura.
Me incorporo en la cama y le miro, creo que mi mirada representa toda la furia que recorre mi interior en estos momentos.
-¿Me vas a decir tú ahora lo que es mejor para mí?- Respondo enfadada. Me mira confuso.
-Está claro, soy tu padre.- Ahora quiere jugar a los papas, demasiado tarde.
Se da la vuelta y agarra el pomo de la puerta, al irse susurra.
-No sé que hice mal contigo.
La furia empieza a brotar en mis mejillas, el odio es como un gran agujero que arrasa por dentro de mí,  cada día más fuerte, cada día duele más. Tiro un cojín a la puerta y vuelvo a subir la música a todo volumen para desorientarme, y perder el control por unos momentos.
Son las cuatro y media cuando vuelvo a mirar el reloj, solo media hora y volveré a estar sola en casa. Bajo las escaleras y me voy a la cocina, miro en la nevera y veo una pizza congelada así que la meto al horno. Mientras se hace me siento en la encimera y espero jugueteando con el móvil. 
Andy, apodo que la puse con ochos años, está en línea. No quiero volver a dormir sola, hoy no al menos así que la invito a dormir, acepta sin pensarlo dos veces, y empiezo a sonreír como una tonta.
-¿Con quién hablas que estás tan contenta? ¿Con tu novio?
No le respondo, es más le ignoro por completo.
-O vamos era una broma, eres tan orgullosa como tu madre y eso no es bueno.
Le vuelvo a mirar como si pudiera matarlo con la mirada, aunque sé que es imposible. Parece arrepentirse y se da la vuelta. Oigo un par de pasos y un portazo, al fin se fue de mi vista durante unos días, o semanas quién sabe.


Estar tirada en el sofá es lo mejor del mundo, vaguear es uno de mis hobbies. Llaman a la puerta de repente. Son las seis y media Andy aún no puede ser, hemos quedado a las ocho.  Me levanto del sofá a todo mi pesar y me voy a la puerta. Mientras ando me examino de arriba a abajo, unos calcetines gordos super calentitos, un pantalón de deporte gris, una camiseta azul marino y una coleta alta, diferente. No me gusta ser lo que todo el mundo espera de mí, ser otra Barbie de fábrica creada por esta sociedad, yo no soy así y no lo seré jamás.
-Hola mi pequeñaja.- Me saluda Louis con una sonrisa mientras me revolotea el pelo. Le sonrío.
-Hola Boo. Pasa.
-Que sexy vas ¿no?- Le saco la lengua.
Él va tan cool como siempre. 

Louis tiene 21 años, cuatro más que yo, pero eso nunca nos importó, él es popular, viste a la moda, tiene millones de amigos, todos le conocen y es adorable, yo soy todo lo contrario, marginada, mi lista de amigos entra en un Post-it, y de adorable tengo poco tengo una cara común, pero míranos somos amigos y nos da igual lo demás.
-Yo siempre estoy sexy, ¿lo dudabas?- Se sienta en el sofá y me quita las palomitas que estaba comiendo. Me siento a su lado y pongo las piernas sobre su regazo.- Oye yo estaba comiendo eso.
-Ahora lo estoy comiendo yo. Por cierto, ¿tu padre?
-Adivina.- Resoplo indiferente.
-Es que tienes que hacerme caso Chloe, deberíamos alquilarnos un apartamento tú y yo y así te olvidarías del gilipollas de Rob, vamos tu padre.
-Louis si me fuera no te obligaría a ir, tú tienes una familia que te quiere y que no puede estar sin ti, ¿para qué vendrías?
-Porque eres mi mejor amiga y siempre estás sola, si te mudaras a otra casa estarías igual que aquí y yo no quiero eso.- Se mete un puñado de palomitas en la boca y sigue hablando- Quiero que seas feliz y si puedo, no te voy a dejar sola.
Empiezo a reírme mucho, verle hablar con la boca llena de palomitas y que de repente se le escape alguna es destornillante. 
-¿De qué te ríes?- Me pregunta fingiendo estar enfadado. Controlo mi risa y hablo.
-De ti y de tus palomitas, que por cierto, se te están escapando todas. ¿Qué pasa, que comes por otro lado que no sea por la boca?- Finge estar enfadado pero se le escapa una risa que me hace explotar y reírme a carcajadas.
-Ale, ya me he enfadado. Te vas a enterar.- Y empieza a tirarme palomitas mientras me río a más no poder.- ¡Guerra de palomitas!
Empiezo a patalear mientras le tiro alguna palomita que veo tirada por el sofá, hasta que sin saber ni como ni por qué acabo en el suelo pero sin parar de reír.
-¡Au!- Grito entre risas.
Estoy tirada en el suelo, con la cabeza atrás riendo a carcajadas cuando siento un peso encima, es Louis. Me coge de la barbilla y al cruzar miradas le veo más cerca de lo que me esperaba. Sus brazos están uno a cada lado de mi cabeza y le sostienen, son fuertes, se nota que visita el gimnasio. Le miro a esos ojos verdes azulados, grandes, preciosos, me intimidan y estar bajo su cuerpo tan poco ayuda, me siento pequeña, inocente , pero por alguna extraña sensación me gusta.
-Esa es la sonrisa que quiero ver.- Y me besa la frente.


Fin del capítulo

3 comentarios:

  1. Pobre chiquilla! Le ha pasado todo lo malo! :S Pero mola mucho, no se porque pero tengo la sensación de que esta novela me va a gustar! :P

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  2. Edurne ha acertado :) Bueno espero no cagarla muucho y que os guste tanto como las oras :D

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