miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo 16 -DTD

CAPÍTULO 16
"Reina del cascanueces"


Es viernes. Hoy me toca otra cita con Diego, mi fisioterapeuta, a las diez, y Louis ya llega tarde. Me insistió muchísimo en que me volvería a acompañar, y ya no se si por no escucharle más o porque no me importa nada que venga le dije que sí. Pero es que llega quince minutos tarde, son menos cuarto, debería salir ya de casa.
*Ring*
Al fin. Abro la puerta pero no es él es Andy. No entiendo que hace aquí.
-Hola pequeñaja. Me ha llamado Louis, no puede venir por no sé que cosas y me ha pedido que te acompañe yo.
-¿Y por qué no me ha llamado a mí? Sabe que podía ir perfectamente sola.
-Ni idea, pero ya vamos un poco justas, ¿vamos?
Asiento y salimos a paso rápido hacia la consulta. No me importa que me acompañe ella, en absoluto, es mi mejor amiga pero lo que no entiendo es por qué insistió Louis ayer tanto en venir y hoy desaparezca.
Al llegar a la consulta Diego nos vuelve a guiar hasta la sala de entrenamiento. Una vez allí volvemos a hacer lo del otro día, nos sentamos en las pelotas de plástico gigantes y empezamos a hacer ejercicios, que parecen más de yoga que de otra cosa. Pero cuando me dice de ponerme de pie mis piernas tiemblan. Lo he hecho antes pero siempre tengo esa inseguridad en mi misma que me frena todas las ilusiones. 
-Tranquila, no lo pienses solo actúa.- Dice sonriente Diego.
"No lo pienses, solo actúa" "Actúa" Es fácil decirlo, pero complicado llevarlo acabo. A mi esta enfermedad siempre me ha parecido imposible de superar, entendedme, yo siento una impotencia enorme al pensar "muévete" "anda" "gira a la derecha" y que mi pie no reaccione, se quede estático en el sitio como si fuera un gran bloque de piedra. Y si hace unas semanas éste empezó a reaccionar más que alegría me dio miedo, como si fuera algo sobrenatural, pues ya me había acostumbrado a tener solo un pie, o sentirlo al menos. Así que ahora cada vez que debo moverlo me da miedo obligarlo a hacerlo, miedo a ver que no reacciona, miedo a saber que sigo siendo sorda de un pie, miedo a perder esa diminuta esperanza que tengo de que algún día vuelva a ser la Charlotte de siempre.
Pero involuntariamente mi pie imita al de Diego. Copia exactos los movimientos. Saltos, movimientos circulares, hacia delante y hacia atrás. Mi cara refleja todo lo que hace años no sentía, admiración, orgullo, satisfacción y sobretodo sorpresa. A través del espejo veo a Andy sonriente y con los ojos llorosos, me está grabando con el móvil, por una vez no me importa. Verla así me hace sonreír más, ella lleva apoyándome desde que empezó este martirio, siempre ha estado soportando esos días negros en los que para mí la vida dejaba de tener sentido, esos primeros días en los que no entendía lo que me pasaba, no asimilaba todo lo que tenía encima, y siempre ha sido la primera en motivarme para moverlo pese que sabía que soy muy cabezota a que me daba miedo intentarlo y ella fue la que me trajo por primera vez a este fisioterapeuta, se lo debo todo a ella. Y se merece más que nadie mi sonrisa de satisfacción.
*Terminados los ejercicios, ya en la consulta*
-Vaya Chloe, sinceramente estoy sin palabras. A partir de ahora no habrá tantas sesiones seguidas, ya que las harás tú sola en casa.- Abro la boca a lo que él me responde sonriente. Diego no tiene más de 30 años aunque aparenta muchos menos, y esa sonrisa deja claro que no pasa mucho tiempo solo, es bastante atractivo.- Sí, no me mires así.- Responde divertido.- Ahora te veré una vez a la semana, el día que te venga bien, mientras tú en tu casa harás esta tabla de ejercicios.- Y arrastra por la mesa hasta mis manos una tabla, un libro y unos cuantos folletos.- En el libro te explica como hacerlos y estos papeles son de información que te será útil.
Los cojo y los miro. La tabla es como dos folios de grande, plastificada, cada día vienen marcados unos cuantos ejercicios, está muy bien organizado. Al abrir el libro huelo esa frescura de libro nuevo que tanto me gusta. No es muy grande, tiene 55 hojas, pero viene todo lo necesario, cómo hacer los ejercicios, como debe sentirse mi pie, que pasa si no reacciona, como calentar los músculos... Es fantástico.
-Vaya, muchas gracias.
-No las des, te las mereces, has trabajado muy bien estas últimas semanas, ahora viene lo complicado, hacerlo por tu propio pie, nunca mejor dicho.- Diego y Andy se ríen complices del juego de palabras, en cambio a mí no me ha hecho ninguna gracia.
-Oh, vamos Chloe, ha tenido su gancho.-Me recrimina Andy. La fulmino con la mirada a lo que ella borra su sonrisa y baja la mirada avergonzada.
-Lo siento, no prentendía insultarte ni nada de eso.
-Nada, tranquilo.
-Bueno, pues volviendo a lo nuestro, ¿los jueves te vienen bien?- Asiento, cualquier día me vendría bien.- Perfecto, pues ahora solo tienes que realizar tus ejercicios y cada jueves a las cinco y media vienes y valoramos tus progresos, ¿de acuerdo?
-Absoluto. Me parece bien.
-Me alegro.- Nos sonríe a ambas tan mono como de costumbre.- Bueno pues de momento solo esto.- Se levanta de su silla y nosotras lo imitamos.- Nos vemos dentro de una semana Chloe, adiós a ti también Andy.- La responde con una sonrisa dulce y atractiva mientras a ella se la ruborizan las mejillas y sonríe a la tarima.
Salimos de la consulta cerrando delicadamente la puerta. Al salir a la calle el sol empieza a asomarse entre las negras nubes que cubren Doncaster hoy. Pese que el sol nos da de lleno en la cara ya no calienta, se nota que llega el otoño. Bajamos los escalones y en la acera está Louis apoyado sobre el capó de su coche de brazos cruzados, aún con camiseta de manga corta dejando a relucir sus marcados biceps. Al vernos se le dibuja una sonrisa ladina, mientras a mí me mira de arriba a abajo, me encanta que lo haga. Se muerde el labio inferior y al estar frente suya me mira a los ojos.
-Hola Louis.- Saluda Andy intentando romper nuestras miradas, pero no sirve, yo me he quedado hipnotizada de su mirada y su sonrisa jodidamente sexy.- O os besais ya o lo hago yo.
-¿El qué? ¿Besarme?- Bromea Louis mirándola al fin.
-Sí, más quisieras tú.
-Si no eres Charlotte Brown no quiero besarte.- Ella pone los ojos en blanco y resopla, yo en cambio me quedo estática en el sitio muriéndome de completo amor.
-No seas tan empalagoso y dale la sorpresa ya, anda.
-¿Sorpresa?- Digo volviendo a la Tierra.
-Sí. ¿Sabes tienes una amiga muy aguafiestas?- Responde Louis mandándola miradas de odio, ella le saca la lengua.
-Aguafiestas no, solo que no me gusta veros tan acaramelados.
-¿Cómo? ¿Así?
Lentamente me coge de la cintura y me aprisiona contra su pecho. Me acaricia los labios con uno de sus dedos, me vuelve loca, se acerca y me besa apasionadamente.
-Puaj, parar. Asquerosos.- Louis no cesa, me engancho a su cuello y respondo sus besos alocados y salvajes.- Vale, Louis tú ganas, soy una aguafiestas o lo que quieras pero deja su lengua quieta anda.
Me separo de él para coger una bocanada de aire. Le miro con un brillo especial en los ojos, me encantan estos prontos que le entran pero siempre me deja sin una gota de oxígeno en los pulmones. 
-Bueno, ¿y cuál era la sorpresa? Que os habéis ido del tema.
-Pues... ey no espera. Aun puede ser una sorpresa. Sube al coche.- Me dice victorioso.
-En fin pasarlo bien.- Andy se acerca a mi y me besa la mejilla.- Llámame, pero ahórrate los detalles de lo que hagáis, ¿vale?- Me río y la doy un abrazo.
-Te lo contaré todo, con pelos y señales.
-Puaj, voy a vomitar os lo juro. Adiós.- Y se va a un muy buen paso de dónde estabamos.
Miro a Louis quién me abre la puerta del copiloto.
-Adelante señorita Tomlinson.
-Gracias chófer.- Suelta una pequeña carcajada y cierra la puerta. Rodea el coche y entra.
Nos ponemos los cinturones y enciende el motor. 
La hora y media de viaje la pasamos cantando las canciones de la radio como dos niños pequeños. En este tiempo he estado pensando a donde nos dirigimos, he leido algunos de los carteles de la carretera y todo me lleva a que nos dirigimos a Kingston. Pero si nos vamos de viaje yo no he traido maleta, está claro que me ha pillado de sorpresa. Y cada vez que le pregunto a Louis a dónde solo me responde: "Cantas muy bien esta canción, me encanta tu voz". Es idiota. Pero es el idiota del que estoy locamente enamorada.


Las piernas me crujen casi al pisar tierra al fin. Dos horas y cuarto de viaje son suficientes para hacer dormir a mis piernas. Al frotarme los ojos veo todo más claro. Son las cuatro de la tarde, mi estómago ruje como si de un león fiero se tratáse y hemos aparcado en una calle abandonada, con viejas casas que parecen derrumbarse en cuanto cierres los ojos y alguna que otra nave abandonada también no veo ningún restaurante que pueda darme un sandwich en condiciones que me relaje el estómago.
-Louis tengo hambre.- Le digo mientras él se va colocando detrás de mi.
-Después comemos, ahora tengo que enseñarte una cosa.- Me pone una venda en los ojos y me la aprieta fuerte llevándose algun que otro pelo de mi cabellera, me quejo pero solo le oigo reír.
-Un dato que creo que se te ha escapado cielo, si me pones una venda en los ojos me va a ser algo difícil ver lo que me enseñes.- Ambos nos reímos. Entrelazamos las manos y desde mi espalda me va dirigiendo.
-Cállate y mira por donde pisas hay escalones de vez en cuando.- Me río por el pésimo chiste que ha intentado hacer.- Y como te caigas...
-Como me caiga, vienes detrás.- Levanto nuestras manos enlazadas. Me río y le noto como se acerca a mi oído.
-Siempre que caigas caeré contigo y sino lo hago, supongo que te entrelazaré la mano para levantarte.- Y me aprieta fuerte las manos. Un día de estos sé que moriré en sus brazos de un infarto, no debe ser legal que me diga estas cosas.
Seguimos andando hacia delante yo con una sonrisa en mi cara y creo que él otra en sus preciosos labios.
Oigo como abre una puerta y entramos. Bajo nosotros crujen unos tablones de madera, demasiado viejos, seguimos andando como unos cincuenta metros más hasta que me voltea un poco hacia la derecha y me suelta las manos. Se vuelve a acercar a mi oído y me susurra:
-Quédate aquí y cuándo yo te diga quítate la venda de tus preciosos ojos.- Me despisto si me habla tan lento, tan sensual, me desoriento.
Asiento. Noto pasos, Louis se va por el mismo camino por el que hemos venido antes. Espero a que me diga algo, pero nada ya escucho demasiado lejos sus pasos. Huelo a sudor, decadencia... De pronto oigo un ruido muy fuerte y algo me deslumbre. Ha encendido las luces, pero no cualquier lámpara, algo demasiado fuerte. Oigo como las bombillas se iluminan demasiado lejos y hace eco.
-Abre los ojos preciosa.- Le oigo gritar.
Me quito la venda poco a poco y creo caerme al suelo. Estoy subida al mejor escenario que pueda existir en el mundo. Actue aquí por primera vez en mi vida con cinco años, fue la primera vez que debuté como bailarina clásica, tenía cinco años y estaba en las audiciones para "Plan d" mi escuela que me dio el salto a "la fama" que tengo ahora. Noto como una lágrima cae de mis ojos, no me creo que me haga esto.
-Bienvenida a tu verdadera casa.- Me abraza por detrás y me besa el cuello.
No puedo gesticular palabra. Pero lo intento, por él, por todo esto y por ser el mejor novio del mundo.
-Gracias, jamás te lo podré agradecer lo suficiente, pero si sirve gracias.
-No me hacen falta tus "gracias",-me acaricia la mejilla tocando mis lágrimas.- me sirve esto. Bueno esto y volver atrás en el tiempo, cuando tus bailarinas te quedaban grandes, tu tutú estaba agarrado de imperdibles, cuando una pequeña princesa estaba más que feliz con su moño y cuando esa princesa se convirtió en la reina del cascanueces. Quiero volver a ver debutar a esa reina.
Creo que solo por él volveré a ser la reina del escenario.

Fin del capítulo

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Hello lovers!
Aquí tenéis la última entrega de 'Dare To Dream', ¿os ha gustado? La continuación en el siguiente cap.
muchooooos besos Xx

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