domingo, 13 de octubre de 2013

Capítulo 27 -DTD

CAPÍTULO 27



 Después de dos horas casi de vuelo, y media hora de taxi al fin llego a mi casa. Le conté a Andy el mensaje que me mandó Camila y por mucho que la dije que no decidió acompañarme hasta casa.
-Estarás cansada del viaje, vete a casa a dormir cielo, habrá sido una broma.- La dije. Pero fue en vano.
Aunque en verdad se lo agradezco, porque hay una pequeña parte de mí que tiene miedo a ese mensaje. Más bien a las consecuencias. El taxi nos dejó en la puerta de mi casa. Eran las tres de la madrugada, la única luz que alumbraba el triste barrio eran un par de farolas. A simple vista no había nada fuera de lugar. Pagamos al buen hombre del taxi y bajamos después de recoger nuestras maletas.
-¿Y cómo supo Camila que se vendía la casa? ¿Le llamaría tu padre?- Dijo ella inspeccionando el jardín tras de mi.
-No lo sé. Bueno no hay ni un cartel de venta ni nada por el estilo, no sé, se habrá equivocado.
-Ya veo... ¿quieres que me quede a dormir contigo?- Me pregunto seguido de un bostezo que parecía el canto de una ballena. Esbocé una pequeña sonrisa y negué con la cabeza.
-No tranquila, vete a casa a descansar.
Se acercó y me abrazó tan fuerte que dí gracias de sentir el calor de alguien al final. Tenía congelados hasta los huesos, despedirme de Louis no ha sido nada fácil, pero el mensaje "broma" tampoco ha sido un punto a mi favor. Pese a todo no puedo obligar a Andy a que se quede a dormir, no sería justo, ella me llevo de viaje a ver a mi novio y ha soportado mi miedo todo el camino, se merece dormir en condiciones en su cama.
-Te quiero mucho Charlotte.
-Hace mucho que no me llamabas Charlotte.
-Lo sé.
-Me gusta.
-Lo sabía, buenas noches pequeña.
-Hasta mañana Andy.
Aunque me costó separarme de ella tuve que dejarla ir. Otra noche más que dormiría sola. Lo que no sabía es que desde entonces mi vida cambiaría para siempre.

Abrí la puerta sin problema alguno pese a que las luces del porche no estaban encendidas y no se veía la rendija de la llave. Al entrar un frío invadió mi piel y me puse a tiritar. Las temperaturas ya habían bajado, el invierno oscuro estaba cerca. Dejé la maleta en la entrada y miré melancólica las pocas fotos que decoraban el umbral. Las acaricié lentamente, pasando las yemas frías de mis dedos lentamente por la sonrisa de Louis. Cierro los ojos y por un momento le siento abrazándome por la espalda.
Espera, alguien me está abrazando por detrás.
No es un abrazo, me coge las muñecas y me las ata a mi espalda. Abro los ojos sobresaltada, no es un sueño ni un recuerdo, noto la presión ruda y rígida sobre las muñecas. Grito, pero no me da tiempo ni a reaccionar cuando me coloca un pañuelo alrededor de mi boca.
-No te portes mal, o sino te pondré el pañuelo en la nariz también nena.
No supe reconocer la voz, era dura y agría. ¿Quién era? ¿Qué hacía en mi casa? ¿Qué estaba pasando? Mis ojos se me hinchaban poco a poco y me escocían, no quiero llorar, no sé que está pasando pero no tengo tiempo para llorar, tengo que buscar una solución.
-Te noto rígida muñeca.- Y pasa sus grandes y heladas manos por debajo de mi jersey acariciando mi vientre y intentando subir por debajo de todas las capas de ropa que llevo. Me retuerzo entre sus brazos para que pare. Grito y intento huir, pero me es inútil, me agarra de mis brazos, ahora unidos por un tipo de esposas que atan mis muñecas. El pañuelo, además, es tan grueso que impide que cualquier tipo de palabra emerja de mi boca. Por dentro me siento encarcelada. Todas las palabras, gritos y sollozos se mezclan haciendo una bola en mi estómago provocandome una histeria incontrolable. Solo quiero salir de aquí, huir, a donde sea. 
-Haz lo que te pida, y no te pasará nada, nena.- Me susurra cerca de mi oído. Su aliento huele a tabaco, y apesta. Sus manos bajan por mis caderas mientras él se relame los labios. Tengo miedo a lo que me pueda hacer.- Vamos a pasarnoslo muy bien hoy.
-¡Adam!- Gritan desde el salón. ¿¡No está solo!? El nombre me provoca náuseas. El hombre que me tiene amordazada se despega de mí y me empuja hasta el salón, abre la puerta y me tira al suelo. 
Abro los ojos, cuando encienden una luz, tenue que poco a poco va aumentando su luminosidad. Cuando los ojos se me acostumbran a la luz distingo seis figuras más el hombre que me ha amordazado.
Todos están sentados en el sofá, excepto uno que está de pie tras ellos con la cara cubierta por la capucha de su oscura sudadera. Todos van de negro, y son de diversas edades. El chico de la capucha tendrá mi edad, hay otro que ronda nuestra edad y el resto son de unos cuarenta años excepto el que está sentado en medio de todos, le calculo unos setenta años, barba larga y blanca, ojos pequeños y fríos y un gran bastón de oro con un cabezal de marfil tallado con la forma de una serpiente. 
El suelo bajo mi cuerpo está congelado. El hombre que me amordazó pasa por mi lado y se sienta junto con los otros seis asquerosos tipos que han invadido mi vida. Cuando la luz le alumbra la cara ahogo un grito, y mi corazón se para por unos segundos. Todos mis músculos se ponen rígidos como un palo y me cuesta respirar.
Adam Brown. 
Mi padre.
Intento canalizar mis energías y sentimientos, pero dentro de mí es como si hubiera explotado una bomba de emociones, me ha atado las muñecas y me ha tapado la boca cual psicópata y después ha empezado a sobarme todo el cuerpo. 
La ira sube poco poco por todas mis venas, la noto recorrer todo mi cuerpo. El asco me invade, y muchas ideas suicidas invaden mi mente. ¿Qué está pasando? Y la mejor de todas, ¿por qué a mi?
-Bienvenida señorita Brown a su hogar.- Empieza con voz áspera el anciano del bastón. Me miran como si fuera un asqueroso trozo de carne tirado en el suelo y todos ellos estuvieran muertos del hambre. No quiero ser su premio.- ¿Sorprendida?
No creo que sea momento para bromear, siendo claros ninguno de ellos se ríen ni muestran ningún tipo de mueca graciosa. ¿De qué va todo esto?
-Veo que sí. No nos mires así, no somos extraños, somos tus amigos. 
-Incluso podemos llegar a ser más que amigos bebé.- Exclama uno de ellos, uno de los que presenta cara de drogadicto.
-Cállate Jimmy.- Le espeta el anciano. Me vuelve a mirar intentando sacar una dulce sonrisa que parece más diabólica que tierna.- Supongo que tienes muchas preguntas, bueno hablemos. Somos una asociación de amigos, la gente nos llama criminales o pederastas, pero nosotros todo esto nos lo tomamos como un juego, excepto cuando las cosas se complican y son interesantes- Dice misterioso.- como por ejemplo tú. No eres una victima más, tranquila, no te queremos muerta así que deja de tiritar.
Cuando lo dice me doy cuenta de que no tirito, me muevo como si un terremoto se hubiera desatado en mí. ¿Me pueden matar? ¿De qué son capaces de hacer? ¿Y qué he hecho yo para que me quieran hacer daño? Llevo una vida normal dentro de lo que cabe, nada que me lleve a este mundo.
Todos explotan a carcajadas al verme así, tirada en el suelo, indefensa, dulce y inofensiva. Tanto como yo como ellos saben que en caso de atacar la victoria está de su parte, no puedo competir contra siete cuerpo bien esculpidos con los años y las batallas.
Pero ver a mi padre ahí sentado frente a mí pretendiendo darme caza por lo que sea que haya hecho, me choca. Le veo sacar una sonrisa ladina diabólica, que me hace pequeña por momentos. 
-¿Entonces que hacemos aquí te preguntaras? Bien es muy simple, el día que murió tu madre en aquellos grandes almacenes por las bombas que colocaron unos "desconocidos", todos nosotros estábamos por allí pululando, pretendíamos dar caza a nuestros rivales, un grupo bien preparado que guarda lo más valioso de todas nuestras vidas.- Las palabras retumban en la cerrada noche, en mi mente todas las ideas se me enredan, no entiendo todo esto, supera mis barreras de lógica.- Tu madre formaba parte de ese grupo tan bien organizado, es más, ella era la jefa de todo aquello, ella guardaba el tesoro, al morir toda su herencia y secretos solo se los concendió a una persona, su pequeño angelito.
Así me llamaba a mí. Su pequeño angelito. Pero yo... yo no tengo lo que ellos buscan. Mi madre me dejó su herencia, pero nada del otro mundo, joyas, cajas de libros y cds, la casa... 
-Así que en esta parte del juego entras tú preciosa,- Era repulsivo oír de sus labios la palabra "preciosa" cuando hacía horas unos labios más bonitos me lo susurraban tras besos de furia amorosa.- Juega bien tus cartas, y nosotros conseguiremos lo que queremos sin tener que ponerte un dedo encima. O pierde la partida, en ese caso todos perderemos, pero te juro por mi hermandad, que la que más perderá serás tú.
El miedo y la oscuridad se apoderan poco a poco de mi cuerpo, bloqueando a mi mente de buscar escapatorias.
-Iván desata su pañuelo, es su turno de hablar.
Se acerca uno de los hombres, bajito, gordo, con una camiseta de tirantes que deja a relucir todos sus tatuajes siniestros como él. Me mira relamiéndose los labios y riéndose. Todos me miran y veo en sus miradas como se ríen de mi, soy una presa fácil. Su presa.
Me desata el nudo y me levanta del suelo para sentarme con demasiada fuerza en una silla frente a ellos, más cerca aún de ellos. Huelo su peste a colonias caras, puros y alcohol. Me provoca náuseas, se que voy a vomitar de un momento a otro. 
Me miran todos esperando que hable y les cuente todo lo que ellos quieren oír. Pero para su mala suerte, la voz me tarda en salir, sobrepasa el nudo de mi garganta y cuando hablo noto mi miedo en la voz que me delata.
-Siento defraudaros pero no sé que buscan. No lo tengo.
El anciano me mira tornando su mirada "amable" a una más dura que me asusta. Todos se ríen, creo que de forma sarcástica. Todos dan por sabido que tengo lo que están buscando, pero no es así.
-Oh vamos muñeca, sí lo tienes no nos mientas.- Y el tipo que me habla pone su mano en mi muslo.- No nos tengas miedo, somos tus amigos. Esto es una fiesta, todos nos contamos secretos y ahora es tu turno, confía en nosotros.- Y sube sus caricias poco a poco hasta querer tocar mi feminidad, antes de que llegue a la ingle, le doy una patada y coloco mi pie en su "masculinidad".
-No sé de que va todo esto, pero os repito "amigos míos" que no sé que es lo que buscan y sea lo que sea no lo tengo. En el testamento mi madre solo me dejó fotos, libros, cds, ropa... Nada que os pueda servir.- Espeto casi gritando, con toda mi furia interna amenazando con salir.
-¡Wow! Estamos con una chica mala.- Pero tengo que guardar mi furia si quiero salvarme el pellejo.- Mira bonita, dínoslo sin miedo y todo esto acabará. Nos lo das y nos vamos y hacemos como si esta noche no hubiera sucedido.- Me dice apaciguado Jimmy.
Mi padre me mira, y busco en su mirada un mínimo gesto de compasión que pueda ayudarme a salir del apuro. Pero no es mi padre, nunca lo fue, jamás sintió nada por mí, ¿por qué iba a sentirlo ahora?
-Mira Chloe,- Empieza a decirme- tu madre te lo dio todo, no me dejó nada porque eras la niña de sus ojos, sé que lo tienes tú, no me hagas hacer algo de lo que me arrepienta, dánoslo.
Y tras sus palabras saco una conclusión, una idea que llevó buscando toda mi vida desde que murió mi madre: Me odia porque mi madre me lo dio todo a mí, porque demostró que a quién de verdad amaba era a mí y no a él. Todas las gilipolleces y problemas que me ha causado desde entonces es por puros celos y rabia. Es un estúpido niño pequeño.
-Ya me has hecho muchas cosas de las que arrepentirte, no importaría una más.- Le recrimino con un hilo de voz, intentando hacer de esto una conversación privada con el hombre que dice ser mi padre, pero está claro que no es así, todos nos miran esperando una respuesta.
-No te lo diré más veces Charlotte Brown Everdeen, danos lo que estamos buscando y ninguno sufrirá, desapareceré eternamente de tu vida, ambos lo estamos deseando, de no ser así, te lamentarás de por vida de tu elección.- Lo dijo en un tono tan oscuro y penetrante que se mezclo con la oscuridad de la noche. Solo pretendía darme miedo, y no puedo dejarme acorralar tan fácilmente, estoy más que experimentada en estos ataques de mi padre, ya no me asustan, y hoy no iba a darle el gusto de que fuera una excepción.
-Desaparece ya de mi vida, no tengo lo que buscas.
Se hizo el silencio en la sala. Era tan... silencioso, que podía escuchar los latidos de mi corazón, iban en aumento mientras ninguno de los presentes formulaban palabra alguna. POR DIOS QUE ALGUIEN EXCLAME ALGO.
-Lo siento, tú lo has querido.- Me dijo entre melancólico y victorioso.- Eh, tú el nuevo.- El chico de la capucha se giró hacia él con la cabeza gacha aún impidiéndome descifrar su rostro.- Súbela arriba, a la habitación de la izquierda.
-Emm.. ¿yo?- Susurró casi.
-Sí, tú. Eres el que ha conseguido ganársela, el que se ha arriesgado, así que te mereces el mejor premio. Vamos date prisa, no tenemos toda la vida.
-¡Yo no soy un premio! ¿Qué me vais a hacer? ¡SOLTARME!
-Cállate niñata.- Dos hombres se levantaron del sofá y me volvieron a poner el pañuelo en la boca. Me agarraron de los brazos levantándome de la silla y llevándome a rastras al piso de arriba. El chico de la capucha nos seguía sin levantar la cabeza en ningún momento.
¿Qué iban a hacerme? ¿Qué iba a pasar? ¿Qué iba a ser de mí?
Y la oscuridad me invadió.

Fin del capítulo

________________________________________
Hola gentecilla.
¿Qué tal todo? AL FIN TENGO ORDENADOR BIEEEN *aplausos* El otro día estuve escribiendo desde la biblioteca pero no me dio tiempo a subir así que lo he acabado ahora el capítulo.
Bien, sé que os he pillado por sorpresa con todo esto, ¿alguien se lo esperaba? No, verdad JAJAJAJA bueno pues si os creéis que esto es fuerte, esperaros al siguiente capítulo, no me hago responsable de vuestros feels jaja.
MUCHAS GRACIAS POR LEERME SIEMPRE YA TENEMOS LAS 15.000 VISITAS, SOIS ALUCINANTES, OS ADORO.
Bueno pues, os espero en el siguiente cap. Followearme en Twitter anda, @_AndyStyles, os doy FB, y si me lo pedís os aviso de cuando suba cap.
Muchas gracias por todo, hasta el siguiente Xxx :))



No hay comentarios:

Publicar un comentario