domingo, 6 de abril de 2014

Capítulo 2 -Teenage Dirtbag

TEENAGE DIRTBAG .2


Las tres horas siguientes se pasaron demasiado rápido, ni siquiera me di cuenta que era la hora del almuerzo hasta que sonó el timbre y todo el mundo salió despavorido de las clases. Salí la última de clase de Literatura y como pude intenté recorrer los pasillos adecuados antes de perderme entre todo esto. Andando hacia donde había quedado con Niall me sentía como en las anteriores clases, observada. Notaba las miradas de todas las personas que pasaban a mi lado posarse en mi, como la gente se paraba al reconocerme y se ponía a cuchichear con otras personas. Todo el mundo hacía lo mismo pero nadie se atrevía a hablarme, hasta que alguien me empujó contra una taquilla. 
-¿Tú quien te crees que eres zorra, para hablarle a mi chico?- Una rubia teñida de malas maneras, con unas extensiones caras poco discretas me sujetaba por los hombros y me aprisionaba entre ella y la taquilla. Era una gatita en toda regla, le faltaba arañarme con sus uñas.
-Ehh..- ¿Qué se supone que se debe decir en estas situaciones? Me intenté zafar de su agarre, pero el palillo rubio tenía fuerza, había que admitirlo.
-Christine, para...- Gritaban tras ella. Fantástico, teníamos público. Iba a acabar siendo popular y todo. La novata que en menos de dos horas ya había montado dos numeritos. Merecía una medalla.
-Hija de puta, es mío.- Se abalanzó sobre mi y me tapé la cara con las manos.- Zorra.- No paraba de insultar y soltar gruñidos mientras me tiraba del pelo, suerte la mía de no llevar extensiones sino ya estaría calva. No sabían cómo había llegado a acabar así, en España simplemente pasaba desapercibida y ahora añoraba esa marginación social, peor no me dio tiempo a meditarlo mucho más porque la rubia estampó su rodilla contra mi estómago y caí de bruces contra el suelo, de nuevo por segunda vez en el día.
-Vale, se acabó.- Gritó una voz entre todas las demás. No era capaz de levantar la cabeza, ni de articular algún otro movimiento que no fuera sujetarme la tripa con ambas manos.- Kurt, saca a Christine de aquí. El resto fuera de aquí. - Gritó con mas fiereza. Y escuché pasos después.
-Pero tío, pelea de gatas.- Exclamo otra voz.
-¡Ya!- Gritó con mas fiereza. Entonces escuché pasos y todas las voces que animaban a la rubia a que me arrancara la cabellera cesaron. No levanté la cabeza hasta que unos brazos me cogieron y me levantaron del suelo. Un muchacho de tez oscura y casi dos metros llevaba al hombro a la rubia que pataleaba y soltaba otra larga lista de insultos. Luego miré al chico que me llevaba en volandas como si no fuera más que una pluma. Era el surfero de esta mañana, estaba otra vez allí. Y se largó de allí conmigo.
Los brazos desnudos que me llevaban eran puro músculo, pero sin ser demasiado exagerados que den asco.
Seguí recorriendo su piel con la mirada hasta que me topé con unos ojos marrones diferentes a cualquier otro marrón que haya visto antes, me quitaban la respiración, de nuevo por segunda vez en el día.
-Oh, eh... -Mis intentos de hablar con él eran un fracaso, siempre empezaba a balbucear como una posesa, pero si encima me llevaba en brazos la cosa empeoraba.
Esboza una pequeña sonrisa, pero sin apartar la mirada del camino.
-Me encanta oírte hablar, preciosa.- Le doy un pequeño puñetazo. Después me asusto de la confianza que he tenido para hacerlo y bajo la mirada. Cuando vuelvo a mirarle él me guiña un ojo y vuelvo a bajar la mirada.
Sigue andando hasta desaparecer del pasillo y abre una puerta. Cuando entramos todo esta oscuro y cuando cierra la puerta no soy capaz de distinguir mi mano del resto de la oscuridad.
-¿Eres un vampiro o algo así? Por lo de la luz digo.- Le oigo reír y con algún miembro de su cuerpo enciende la luz y vuelvo a verle, pero esta vez él me esta mirando a mi. Por fin.
Me baja de sus brazos muy a mi pesar y opto por sentarme en el suelo de nuevo. Observo el cuchitril en el que estamos, es un cuarto de la limpieza, de ahí el fuerte olor a lejía y derivados. Él también se sienta en el suelo con la espalda apoyada en la puerta y me mira.
-¿Podemos estar aquí?- Pregunto sin apartar la vista de las docenas de productos de limpieza y utensilios que nos rodean.
-¿Quién nos lo impide?- Dice gracioso.
-¿Las normas?
-Las normas están para saltarselas.
-Adoro esa frase, pero sabes, no quiero meterme en más líos hoy, ya he tenido suficientes.- Apoyo la mano en una balda de la estantería que tengo detrás e intento levantarme, el estómago sigue doliéndome. Él se levanta de inmediato y me sujeta el otro brazo para que me pueda levantar, pero las piernas me fallan. Aunque desearía que lo hicieran más veces, porque él se percata de ello y me sujeta la espalda con sus brazos y poco a poco me atrae a él hasta que acabo apoyada en su pecho. Aunque en otro momento hubiera salido huyendo, pese a que apenas puedo mantenerme en pie sin caerme, esta vez sólo inspiro el perfume de su camiseta y cierro los ojos.
Huele a jabón, sal y arena mojada.
-A mi me gustan las rebeldes.- Me susurra al oído. Dejo que la frase flote entre los dos. Noto palpitar el corazón por todas las partes del cuerpo. Cierro los ojos de nuevo y dejo que su aliento me recorra una última vez la nuca antes antes de reaccionar.
-¿Te encuentras mejor?- Dice y se separa de mi aunque sus brazos siguen sujetando los míos, y se lo agradezco sino seguro que ya me habría caído.
-Sí, bueno, más o menos. No me esperaba esa patada. -Y me acaricio el estómago sin mirarle.
-Viniendo de Christine has tenido suerte de que apareciera allí, suele decapitar a todas las tías que se atreven a tocar, mirar, gritar o besar a Luke, luego de cortarte la cabeza se la guarda con las demás, colecciona las cabezas que corta. Jaja es broma, preciosa. No les corta la cabeza pero tampoco las hace nada mejor.
-Vaya. -Digo alucinada.- Bueno, supongo que gracias. Por sacarme de allí, digo.
-De nada, te ayudaré cada vez que me necesites, preciosa.- Y me obligué a mirarle. Aquellos ojos marrones brillaban más que la tenue luz que iluminaba el cuartucho.- A cambio me tienes que dar más espectáculos como el de esta mañana, porque nena, me has encantado. Eres la primera novata que le planta cara a Luke, oh dios, pagaría por volver a verlo. Te aplaudiría pero tengo miedo a soltarte y que te caigas, no quiero hacerte daño.- Pronunció la última frase con una lentitud que hizo que aumentara la temperatura entre los dos.
-No te preocupes, en algún momento me tendrás que soltar.
-Ójala no lo hiciera nunca.- Dejó caer la frase entre los dos como si no tuviera la menor importancia , pero caló dentro de mí lo suficiente como para que no me la quitara de la cabeza durante un buen rato. 
-Oh vamos, me sé ese cuento, sabes, no eres el primero que lo dice. Además me sólo me conoces de esta mañana, no te sabes mi nombre, y tienes a mil chicas mejores antes que a mi... Espera, ¡no te sabes mi nombre!
-Oh dios mío que delito, ¡no me sé tu nombre!- Dice imitandome.
-Haber no me malinterpretes, pero por todo lo que has hecho por mi creo que lo normal sería que supieras como me llamo y dejar de ser una desconocida. No se.
-Alexia, sí se como te llamas.- Entonces la sangre se me congeló.
-¿Cómo te sabes mi nombre? Nadie de aquí se lo sabe excepto Niall.. - Y entonces la típica bombilla de los dibujos animados se me encendió.- ¡Mierda, Niall!
Aparto su manos de mis brazos y recojo la mochila del suelo.
-¿Te vas?
-Mierda, mierda.- Balbuceo.
-Ehh, ¿te vas?- Abro la puerta pero él me sujeta de la muñeca, le miro y noto como sus ojos invaden los míos, me atrapan como si no quisieran soltarme nunca.- ¿Te vas?- Dice ahora en un tono más apagado.
-Sí, lo siento, es que... mierda, lo siento.- Y salgo corriendo de allí haciendo caso omiso del dolos que me martillea el estómago.



A falta de cinco minutos de que terminara la hora de el almuerzo llegué a la puerta de entrada del instituto. Me siento una completa estúpida por no haberme acordado de que quedé con Niall. Hay muy poca gente por allí pululando todo el mundo se encuentra en la cafetería comiendo y yo estoy recorriendo todo el instituto en busca del rubio al que he plantado.
-Idiota. -Me digo.
Y de pronto lo encuentro, está sentado en el suelo en la pared. Tiene una pierna estirada y en la otra apoya su brazo. Lleva unos cascos puestos y zarandea la cabeza de un lado a otro con el ritmo de la música, como si nada importarse. Y realmente compartía ese sentimiento, mientras estuviera la música nada importaba, todo iba a estar bien. Corro y me siento a su lado.
-Lo siento, lo siento, Nayal, lo siento de verdad.- Y cruzo las manos sobre mi cara en señal de disculpa. Entorna un poco la cabeza para mirarme pero sin abandonar su postura cómoda, entonces esboza una pequeña sonrisa y me tiende un casco.
La música me retumba en el oído derecho, "Knocking on the heaven´s door" de Guns and Roses. Por lo menos tenía buen gusto, me gustaba eso de que compartiéramos estilos de música, ya podría compartir con alguien cascos si algún día me los dejaba en casa.
-Tienes buen gusto de la música.- Me dijo por encima del atronador volumen de la canción. Le sonrío y él sube un poco más el volumen.- No te preocupes por haber llegado tarde, debería haberte ido a buscar, los pasillos son muy liosos al principio, ¿te has perdido demasiado?
-Eh..., sí, un poco, pero he llegado que es lo importante ¿no?- Asiente. No me gusta mentir, pero él es el único amigo que he conseguido de momento, y no creo que consiga muchos más como él. Pero si le digo que me he olvidado de nuestra cita y que en camio he estado encerrada con un tío que he conocido esta mañana en un cuarto oscuro no solo me quedaré sin amigo sino que mi reputación subirá de nivel de La Chica Que Monta Numeritos a La Puta Del Instituto.
-Vamos. -Se levanta y me tiende la mano.- Nunca es demasiado tarde para ir a investigar. - Le agarro la mano que tira de mi y me pongo de camino a su lado. Escrutamos los pasillos a toda prisa, y cuando digo a toda prisa es corriendo de su mano a contra reloj. Solo quedan un par de minutos para que suene la alarma de fin del almuerzo pero eso no para a Niall que sigue tirando de mi por los pasillos.
-Bueno, pues si te han gustado todas estas aulas... -Anuncia.
-Sí, me he enamorado del aula de Física y Química.- Bromeo pero él omite mi comentario.
Se apoya en en unas puertas de casi 2m y medio rojas y abre los ojos.
-Ahora vas a ver el tesoro del instituto. Las Aulas Especiales.- Y empuja las puertas a su espalda. Pasa y voy tras él.
Los demás pasillos quedaban a la altura del betún en comparación a este. Era como un gran pasillo central que daba a u pequeño vestíbulo. En él se levantaban unas escaleras blancas que daban a más clases.
-Estas son. Aquí se dan las clases especiales coo escritura, ciencias de la comunicación, danza, canto... Aquí es dónde de verdad sacamos nuestro lado artístico. 
-Wow. -Es lo único que soy capaz de decir.
Todas las paredes son en tonos blancos y rojos, algunas con vitrinas llenas de trofeos de todo tipo, de deporte, de música, de literatura... El latido de mi corazón se iba volviendo más intenso. Esto es mucho mejor que cualquier escuela de artes en la que haya estado jamás aquí todo es a lo grande.
-¿Algo que decir? -Dice sonriente ante mi expresión.
-Que no sé por qué se ha parado el reloj, quiero que suene ya y poder ir a todas estas clases. -Se ríe de nuevo con esa risa tan jovial propia de él que me encanta.



Tres horas después suena de nuevo el timbre pero esta vez para indicar el final de las clases. Yo tengo un horario partido, las tres primeras horas son de las asignaturas comunes como Matemáticas, Literatura, Filosofía, Biología, etc. después del almuerzo tengo las horas especiales que sin duda se han convertido en mis clases favoritas. Tanto danza como introducción a la escritura me han cautivado pero una vez que entré en el aula de canto todas mis dudas se disiparon, no había otra cosa a la que me quisiera dedicar, la música lo era todo par mi y cada día lo era más.
Pero pese a todo eso toda la gente del instituto seguía cuchicheando tras de mi, las chicas fruncían el ceño y me miraban desafiantes, mas de una con tentaciones de lanzarse en otra pelea como la de esta mañana. En cambio los chicos me miraban con ojos brillantes y goloso, como si yo fuera un cacho de carne al que atacar, podría decirse que babeaban incluso. Ójala fuera tan segura de mi misma como para plantarles cara, como para no acobardarme ante todas sus miradas, pero no lo soy. Esa seguridad no forma parte de mi, solo me la proporciona la música así que mis ganas de ponerme los cascos y salir volando de allí iban en aumento.
Al salir a la calle todos siguen mirándome, ya me he revisado unas cuatro veces y he llegado a la conclusión que no es por mi vestimenta, mi pelo o cosas por el estilo.
-Anda mi amiga la española.- Grita Niall al verme, me pasa un brazo por los hombros y empieza a andar a mi lado.
-Nayal, te he echado de menos.
-¿En serio?
-No. -Me río y me da un amistoso puñetazo en el hombro.- ¿Por qué no hemos coincidido en ninguna especial?
-Porque a mi me tocaban hoy por la mañana.
-Ahh...- Intento andar más deprisa para asalir de toda la multitud, la gente no para de mirarme. Maldita sea, no soy la única novata del instituto, ¿por qué la toman conmigo?
-Sé por qué llegaste tarde a nuestra cita.- Masculla de pronto Niall. Ya me ha soltado y anda conmigo hacia la parada del autobús.
-¿Cita? Me he perdido eso.
-Cita, quedada, encuentro... como quieras llamarlo.- La sonrisa había desaparecido de su rostro. No esperaba encontrarme con esto, ¿cómo puede saber lo que hice para llegar tarde?
-¿Qué sabes? -Termino diciendo.
-Te enrollaste con Pain, el surfero popular del instituto, en el cuarto de la limpieza. -Me freno en seco e intento asimilar que sabe la verdad y que a su vez sabe que le he mentido. Bueno no sabe de todo la verdad.
-¡No me enrollé con él!
-¿Ah no? ¿Y qué hicisteis? ¿Jugar al parchís?- Suspira y mira hacia el suelo.- Mira no debería decirte nada porque tú eliges qué hacer con tu vida pero quiero que hagas lo que tengas que hacer con ese chico sabiendo quien es.
-¿Sabes cómo es?- Asiente sin dirigirme la mirada aún.- Sorpréndeme.
-Es el típico chico malo que todo padre mantiene alejada de su hija. Consigue a las chicas enseñando musculo o fardando con la tabla, luego las lleva a dar un rodeo por su cama o si no tienen tanta suerte en un baño o un cuarto de la limpieza en tu caso, y después divulga la noticia para que su marcador sume puntos y al día siguiente no se acuerda de a quién besó y en cambio las pobres chicas siempre creen sus "Te quiero cielo" o ñoñadas varias. Ellas se acaban enamorando del surfero que un día las dio por únicas cuando en cambio para él solo era un número más. ¿Sabes lo peor? Que todo esto es verdad, no eres la primera a la que ayudo. Alez tú te mereces más, puedes conseguir algo mucho mejor que eso.
Se calló y me empezó a mirar, pero yo no iba a decirle nada. Todos los datos encajaban, el chico no cabía duda que se parecía que había salido del típico molde de tipo malo, pero maldita sea, yo le había visto algo diferente, y como la típica chica tonta yo había creído en ello.
-Sólo dime una cosa, ¿cómo te has enterado?
-No me mires con esa cara, carió, lo raro hubiera sido que no me hubiera enterado. Lo sabe todo el instituto, cada cosa que dice él se convierte en noticia.
Lo que solté a continuación no sabría definirlo, no llegó a ser un grito ni un suspiro, fue un sonido muy raro pero la verdad mi interior no estaba mucho mejor definido.
-¿Cómo que lo ha ido contando él?
-Hombre, si yo me enrollara contigo tampoco tendría problema en que todo el mundo lo supiera.- Me freno en seco y lo miro intentando fulminarlo con la mirada. Cruzo los brazos y sigo mirandole con toda la rabia que tengo contenida.- Perdón, perdón. -Exclama con las manos en alto, su cara de inocente me provoca una risilla, pero intento contenerla para mantener mi pose de enfada. -Yo nunca lo iría gritando por ahí, claro, no me malinterpretes pero a cualquiera le gustaría presumir de haber estado contigo, de haberte besado... porque estás muy buena... digo eres muy guapa... eh... ayúdame.
No puedo contener más la risa y la suelto. Es bueno volver a escucharme reír. Todos los músculos se me liberan y suspiro. Bueno al fin he conocido al verdadero Pain.
-Gracias por decirme todo esto, no lo último sino lo de Pain.
-Nada. Me considero un héroe de damas indefensas. -Le doy otro puñetazo en el hombro y él gruñe.- Bueno, siempre hay excepciones.




Cuando llegué a casa después de que el autobús fuera dejando a tandas de alumnos en distintas paradas del barrio, me encontré a mi madre empotrada contra la mesa sin su blusa y el gilipollas de Jimmy sobre ella. Sentí náuseas.
Decidí entonces que aquel día llegaría un poco más tarde a casa.
Volví a la entrada y me senté en las escaleras. Quince minutos después aquí sigo, perdida entre las olas del mar y intentando coger algo de color al sol.
De pronto en el mar aparece una pequeña mota negra surcando las olas. <Quien coño se pone a surfear a la hora de comer> pensé. Pero no tenía nada mejor que hacer, no tenía ni un misero dólar para comprarme alguna golosina en el kiosko de la playa y prefería morirme de hambre antes que volver a entrar en casa con los ojos cerrados para recuperar mi cartera, así que me puse a seguir con a mirada al surfero que manejaba las olas a su antojo. 
Había que admitir que era bueno, a estas horas la marea estaba alta y hoy especialmente las olas conseguían llegar a los 5 metros y él con un simple trozo de madera pulida conseguía dominarlas con una soltura digna de un profesional. 
Subía y bajaba, parecía que bailaba sobre el agua. Nadaba a por la siguiente ola que adverti podía ser la más grande hasta el momento, si la lograba dominar iría a aplaudirle en persona porque era tan alta que daba miedo. Pero a él no le pareció temblar el pulso, porque empezó a encaminarse a ella y se metió dentro, se levantó en la tabla y con los brazos en cruz empezaba a deslizarse por el tubo de la ola cuando esta rompió y el muchacho cayó de la tabla. Ahogué un grito.
La ola era demasiado grande y rompió antes de que ninguno de los dos lo hubiera pensado. Lo que quedaba de la ola se deslizó hasta la orilla y la espuma acaricio la arena. En el mar flotaba varada la tabla, pero nada del chico. No estaba por ninguna parte. Notaba el pulso de mi sangre botar por todas mis venas.
Si a la de tres no lo enontraba reaccionaría.
1...
Miré a la derecha. Nada.
2...
Miré a la izquierda. Nada.
3...
Miré al centro. Más nada.
Eché la mochila a un lado y bajé las escaleras como si el diablo me poseyera. Toqué la arena con los pies y corrí con más intensidad para no hundirme en ella. No quitaba la vista del mar por si acaso aparecía por alguna parte flotando. Pero nada.
Llegué a la orilla más rápido de lo que llegué nunca a ningún sitio. Tenía que entrar en el mar porque no había socorristas a los que avisar, pero problema, no tenía bañador puesto.
Maldita sea, había un chico ahogándose y yo estaba pensando en que no tenía el bikini encima. A estas horas no había nadie en la playa, excepto él y yo así que nadie me vería. Me deshice de mis vaqueros y mi blusa con rapidez y desaté los cordones de mis Converse antes de echar a correr hacia el mar.
El agua seguía igual de fría que esta mañana pero eso no sirvió para otra cosa que para hacerme nadar más rápido para no helarme. Llegué hasta la tabla de surf que navegaba solitaria las enormes olas cuando una de ellas rompió sobre mi. Agarré con fuerza la tabla y dejé que la ola me arrastra para después salir a la superficie antes de que me quedara sin aire. Respiré hondo y me sumergí por la zona donde vi por última vez al chico.
¿Qué haría si no lo encontraba? No sería capaz de ir a la policía y decir que un chico había muerto ahogado en mis narices, ni yo lo asimilaría. Salí de nuevo a la superficie para coger aire y advertí que me temblaba todo el cuerpo pero no sabría decir si por la temperatura o por la situación.
Volví a sumergirme, aún tenía fuerzas para luchar contra las olas y la marea por un rato más. Todo eran algas y arena por todas partes. Arena, arena, arena... ¡y un cuerpo!
Se me encogió el corazón y nadé hasta él. Nunca me había alegrado y asustado algo a la vez, pero siempre hay una primera vez. 
Le agarré con un brazo con toda la fuerza que podía reunir y con el otro daba impulso para levantarnos a ambos hasta la superficie.
Respiré tan hondo como pude hasta llenar mis pulmones de oxígeno. Intenté relajar mi respiración y así intentar concentrarme. Pasé un brazo por su estomago haciendo de cinturón entre él y la tabla para que no se cayera, y con el resto del cuerpo nadaba hacia la orilla. Se podría decir que las olas ahora si estaban de mi parte, gracias a ellas me daba impulso para ir más rápido, justo cuando lo que más necesitaba era ahorrar tiempo.
Notaba como las piernas ya empezaban a desfallecer cuando las dejé de mover y toqué la arena con los pies. Al fin tocaba el suelo y no quedaban más de 3 metros para salir del agua embravecida.
Agarré la tabla y tire de ella hasta que se anclo en la arena ya lejos de toda marea y ola.
Le miré, tenía el rostro pálido con los ojos cerrados, el cuerpo relajado y el pecho sin movimiento alguno, cuando caí en la cuenta de a quién había rescatado. Era el capullo de Pain.
-Vaya con el rey de las olas. -Bromeé.
Pero me dije a mi misma que no era tiempo de chulearme ahora, tenía que hacer algo para que volviera a respirar y poder burlarme en condiciones en su cara. 
Apoyé las manos formando una cruz en su pecho mientras repasaba mentalmente todas las maniobras de rescate que hacían los socorristas que salían en aquellas series de la tele que tanto le gustaban a mi madre. Empecé a empujar ligeramente su pecho, una y otra vez pero no reaccionaba. Volví a intentar la misma maniobra con un poco más de intensidad, y más y más pero él no se movía.
-Mierda.- Musité.
Solo me quedaba una solución en mi repertorio de maniobras de salvamento de las series, el boca a boca.
Iba contra todos mis principios besarle así que me empecé a autoconvencer (o directamente a engañarme) de que esto sólo lo hacía para salvarle la vida.
Cogí aire, le tapé la nariz y me incliné hacia su boca. El primer contacto hizo saltar todas mis alarmas. Al apretar sus labios contra los míos todo el vello se me erizó, fue cómo si una ráfaga de energía me recorriera de pies a cabeza.
Soplé con fuerza dentro de él y me separé para volver a respirar. Me agaché otra vez y soplé de nuevo. Inspiré una vez más y repetí la misma maniobra. Por muy capullo que fuera y por muy mal que me hubiera tratado hoy contándole a todo el instituto nuestro encuentro en el cuarto de la limpieza deseaba con todas mis fuerzas que despertara.
Y así lo hizo.
Como si me hubiera leído la mente abrió tímidamente los ojos y empezó a toser con fuerza. Me aparté de encima suya mientras él seguía tosiendo. Escupió a un lado todo el agua que había tragado y cuando dejó de toser se levantó un poco y miró lado a lado hasta que clavó la vista en mi. Bueno primero en mi, luego en mi cuerpo desnudo. <Mierda>.
-¿Qué... qué ha pasado?
-Te caíste de la tabla y te ahogaste. Todo un rey de las olas, sí.
-Es la última vez que me quedo mirándote mientras surfeo.- Paso por alto su comentario y me percato de que me inspecciona de arriba a abajo, sentada a su lado con mi conjunto de ropa interior negro mojado. Este es el momento en el que empiezo a valorar la idea de llevar siempre un bañador a mano para emergencias.- Aunque ahora que lo pienso debería ahogarme más veces de la tabla si eso supone tener estas vistas.
-Cuando pienso que no puedes ser más capullo, vas y te superas.- Bufé y me levanté antes de que su mano atrapara la mía y me tirase hasta él. Caí casi de bruces contra su cuerpo. Casi. Pues aún había una distancia de al menos 10 cm entre ambos rostros.
-Gracias, -murmura.- por salvarme y eso.
-Ya. Bueno disfruta porque no pienso hacerlo ni una vez más.
-Llegará un momento en el que estés tan enamorada de mi que no dudaras en desvestirte otra vez para salvarme la vida.
No sé si quería hacerlo pero le estampé la mano contra su cara. 
Espera, sí que quería hacerlo.
Me miró con una cara de desconcierto bastante justificada. Ninguno se había separado aún del otro.
-Puedes llegar a ser tan egocentrico que das asco. Ah y esto,- le rocé la mejilla colorada por mi tortazo.- por haber contado lo de esta mañana por todo el instituto y para que aprendas que no eres el centro de atención de todas las chicas.
-De todas las chicas sí, del tuyo no, por lo visto. Eres diferente.
-¿Y qué?
-Que me encanta.
Puse los ojos en blanco como si esta historia ya me la supiese, pero mentía al hacerlo. Nadie había visto nunca que el caso de que yo fuera siempre diferente a las multitudes fuera una cualidad y no un defecto.
Aún así me levanté y recogí a su vez la ropa del suelo, la apreté contra mi pecho y respiré el aroma que desprendía a mi perfume, tan familiar y que por suerte me dio algo de cordura para poder poner de vuelta los pies en la tierra.
Me alejé de él pero seguía notando su mirada fija en mí, pero nada me hizo volver atrás.



FIN DEL 2do CAPÍTULO


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Me merezco que me aplaudan en la cara por haber tardado casi un mes en escribir el segundo capítulo, lo sé, por eso aceptaré que todos los comentarios que me pongáis sean regañandome.
Hablando un poco del capítulo, ¿qué pensáis de Pain? ¿Os atrae, os da miedo...? Hace mucho que no se de todos vosotros):
Yo he estado un poco ocupada dedicandome día a día al baile, y en clase sólo me dedicaba a escribir este capítulo lo que pasa es que nunca encontraba el suficente tiempo para subirlo pero bueno ya está aquí.
Espero que os haya gustado y bla bla bla os leo abajo en los comentarios.
Os loveo Xx :)





3 comentarios:

  1. AHHHHHHH
    Me he enamorado, bichii:)
    No me habia dado tiempo a escribirte el comentario antes asi que lo escribo ahora!
    DIOSDIOSDIOS me he enamorado de la novela, escribe mas y mas y mas por favor
    Antes de que me de un ataque:)
    Besos de tu Fan Numero 1 y tu Bichii favorita
    :)

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  2. OMGGGGG!!!!!!!!!!! WHAT ABOUT THAT? IM STILL TRYING TO CONTROL MY BREATH ha sido un capitulo fabuloso linda, el momeento de pain con alex en la playa me ha encantdo
    espero que subas pronto, amo tu nove :D:D:D
    Besitos desde Mexico ;) xd :)

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  3. espero el 3er capitulo de teenage dirtbag

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