domingo, 12 de enero de 2014

Capítulo 34 ADELANTO -DTD

CAPÍTULO 34
(Adelanto del capítulo)

Me ato los cordones de las deportivas y subo la cremallera de mi sudadera. Como cada mañana salgo a correr, pero a diferencia de otros días mis músculos están agarrotados, mi pecho tenso y mis pulsaciones palpitan a toda potencia bajo mis venas. Hace dos meses encarcelaron a la banda de mi padre y Kristopher, no me afectó demasiado ni para bien ni para mal. Simplemente es como si los días fueran los mismos pero el sol brillara un poco más, aún así nunca he llegado a sentirme "tranquila" o "segura". Las palabras de mi padre aún perturbaban mi mente cada segundo que me paro a recordarlo. Tobias. Ese nombre acompañaba la voz de mi padre. Después del juicio no volví a verle, él y Max están aún de viaje. Se fueron pocos días después del juicio a pasar tres meses por África, como si fuera un viaje de novios, aunque un tanto largo.
Max insistió mucho en que Louis se quedará en casa durante su ausencia, y obviamente yo no me negué, él menos. Durante este tiempo Louis se ha portado como un verdadero padre, nunca perdía de vista a Diana, siempre está pendiente de ella, y juegan juntos. Diana ha crecido mucho ya, mi chiquitina se va haciendo más mayor. Lo único que les diferencia es que no tienen la misma sangre, pero no parece un problema para ninguno de los dos.
Aumento el ritmo, las zapatillas rebotan por la grava desnuda de la ciudad. El día es frío y el cielo está completamente encapotado de nubes blancas. Ya empiezo a notar el ardor en los pulmones. Giro a la derecha y a lo lejos ya diviso nuestro edificio. Al llegar siento agarrotados los gemelos, estiro un poco antes de subir. Pero me percato de algo antes. La luz del salón no está encendida. Yo suelo salir a correr a las nueve de la mañana, y cuando llego suelen ser casi las diez y Louis ya está despierto en el salón con la pequeña Diana dándola el desayuno. Y hoy todas las ventanas que dan a la calle se ven apagadas. 
Subo las escaleras incapaz de esperar un par de minutos a que baje el ascensor. Mientras escalo peldaño a peldaño las plantas del edificio me doy cuenta de un nerviosismo extraño que me cubre. Noto el sudor frío en la nuca, y como poco a poco mi corazón se va revolucionando más y más, pero ya no se decir si es por la carrera o por el miedo que me invade. 
Cuando llego, las llaves parecen haberse quedado atrapadas en mi bolsillo. El rellano no tiene nada diferente, todo sigue igual pero no termino de sentirme segura. Al fin la llave sale y abre la puerta.
Entro en completo silencio y cierro la puerta. Enciendo la pequeña lámpara del salón, que ilumina lo suficiente para no chocarme con nada pero no lo suficiente para diferenciar tantas sombras. No hay nada fuera de su sitio pero hay un silencio tan intenso que me hace daño. Registro todas las habitaciones y nada, no hay nadie. Pero es al entrar en mi habitación cuando veo la cuna de Diana también vacía pero con manchas de sangre en las sábanas y ahogo un grito.
-Dios mio...- Susurro.- ¡LOUIS! ¡DIANA! ¿LOUIS DÓNDE ESTÁS?
Empiezo a temblar sin control. Agarro con fuerza sus suaves sábanas y me las llevo al pecho. La sangre sigue líquida y fría, es reciente. Salgo corriendo de la habitación y busco en cada rincón de la casa alguna pista, una nota o un rastro de sangre que me indique dónde están. 
Y de repente se oye un ruido hueco y ensordecedor tras de mi. Alguien ha reventado la puerta. Una pelota empieza a rodar por el suelo y se para en mis pies. Entonces empieza a expulsar humo, lo siguiente que recuerdo es un gran golpe en la nuca y como caía al suelo.


(...)

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