miércoles, 1 de octubre de 2014

Capítulo 1 -The Cecilia's Untitled Project (HOT)

The Cecilia's Untitled Project


Rosa.
El palito que acaba de comprar en la farmacia y que aún está húmedo tiene dos rayitas rosas. Cecilia empieza a notar sudores frios que recorren su espalda de arriba abajo como una suave caricia helada. Le tiembla el pulso. Y alguien empieza a aporrear la puerta.
-¡Ceci! Da señales de vida antes de que me arranque las uñas a mordiscos.- Grita Ingrid sin dejar de dar golpes.
-Déjala que se tome su tiempo, no seas tan bruta Ingrid.
-Oh vamos, esto es como un show... ¿estará embarazada o sólo serán nauseas porque ha cenado un sandwich de Amber? Lo descubriremos después de la publicidad.- Y le dedica una sonrisa a una cámara imaginaria.
-¿Esperas que alguien te responda o..?
-Estoy embarazada.- Dice abriendo la puerta.
El test se cae de sus manos y rebota en el suelo, pero ninguna se agacha a recogerlo, no dan crédito a la situación. Mira a sus amigas de soslayo, viendo sus reacciones y esperando a que alguien haga algo, pero ambas están paralizadas. La sonrisa de la risueña Ingrid ha desaparecido y Amber parece más blanca que de costumbre. A Cecilia ninguna de las dos cosas le hace presagiar nada bueno.
-¿Pero no usábais condones?- Se atreve a decir la rubia.
-No sé...- consigue decir a pesar del aturdimiento.- No sé, han sido tantas veces y tan rápido algunas que ya no recuerdo bien..
-Tía, pero... ¿quién es el padre?
Hubo un silencio y Ingrid fulminó con la mirada a Amber por la tan inoportuna pregunta. Cecilia posó la mirada en el test ya en el suelo y empezó a notar como su cabeza se desconectaba, la vista se la nublaba. Se apoyó en la puerta del baño y inspiró muy fuerte.
-No lo sé.


*3 MESES ANTES*

Una vez más es Navidad. Y como al director de la universidad parece adorarle esta celebración todo en el edificio son luces de colores y simbolitos navideños. De vez en cuando algún estudiante singular se pasea por los pasillos canturreando villancicos. Y Cecilia detestaba todo eso
Odiaba que se tomarán tan poco en serio la institución de la universidad y hicieran que todo pareciese un instituto americano, ¿qué era lo siguiente, taquillas forradas con chicos sin camiseta? Por dios, era insoportable.
La antigua Cecilia estaría por ahí cantando también con los idiotas de primero o sonriendo viendo todo el ambiente que se respiraba, pero hacía mucho tiempo que esa Cecilia había desaparecido.
Desde que entró en la universidad empezó a tomarse todo mucho más en serio, quería aprovechar la oportunidad de estudiar en una universidad tan importante como esa (aunque no lo pareciera en absoluto), quería trabajar duro para sacarse sus estudios y conseguir ser la mejor en su trabajo. Dejó de beber, dejó de salir todos los fines de semana de fiesta hasta las tantas y dejó a todos los chicos con los que salía a la vez para salir con Xabi, un catalán muy mono, pero ahí acababan sus cualidades
Era más aburrido de lo que imaginaba que podría llegar a serlo alguien, es muy... familiar, desde la primera cita la hizo conocer a sus padres y familia, y bueno lo que era sexo, ni bueno ni abundante. 
Le conoció el primer año en la clase de Política, le vio guapo y formal, a lo mejor demasiado formal de lo que quería y menos guapo de lo que pensaba. 
Pero bueno, estar con él oficialmente la hacía no pensar en más chicos por serle fiel y eso implicaba no descentrarse de la verdadera meta en su futuro, ser la mejor periodista de su generación.
Se tomaba tan en serio todo esto que su nota media no bajaba del 9. A veces era duro, pero se acabó acostumbrando.
-Sabes, tienes los ojos más bonitos que jamás he visto.- Le dijo dándole un codazo su compañero de Escritura y Redacción.
Cecilia lo miró, sin sentimiento alguno en su mirada y volvió a dirigir la vista a su cuaderno.
-Yo también pienso que mis ojos son maravillosos.
-¿Te apetece acompañarme a la fiesta de fin de semestre de esta noche?- Insistió el muchacho.
-Sí, mis ojos son maravillosos.
-Osea que la leyenda es verdad.
No pudo evitarlo y le miró. Ahora yacía una pizca de curiosidad en su interior, él sonrío al ver que había captado su atención.
-Sí, ojos bonitos, es verdad.
-¿Qué leyenda?
-Que detrás de tu cuerpazo y tu belleza tan...- La dio un repaso de pies a cabeza con la mirada y volvió a dirigirse a ella.- increíble, no hay nada más que una estirada a falta de un buen polvo.
Cecilia bufó y miró a otro lado. No era la primera vez que le decían eso, ninguna de las dos cosas.
-Tengo novio.
-Pues no hace bien su trabajo.
-Eso a ti no te importa.
-Sólo te digo que deberías sacarle el jugo a la vida, sé que en el fondo tienes un lado salvaje que no quiere ser así, todos lo tenemos.
-El tuyo está a flor de piel, eh.
-No me gusta malgastar las oportunidades que puedo aprovechar.
La guiñó un ojo y volvió a sus tareas. Ella se quedó boquiabierta mirándole sin dejar de creérselo, vaya filosofo, pensó. 


Una hora más y sería libre para poder disfrutar de unas buenas vacaciones de navidad, bien merecidas por cierto. Podría disfrutar de uno de los mejores planes para un viernes, tumbarse en el sofá a ver un maratón de películas.
Pero aún quedaba una hora más que soportar las decoraciones navideñas de los pasillos. Aunque nada era más repelente que el despacho del director. Lo comprobó cuando al pasar por secretaría la hicieron pasar al despacho, al parecer el director llevaba buscándola toda la mañana.
-Ya puede pasar.- La dijo Antonia, la secretaria principal.
-¿Alguna vez me tutearas?- La dijo a la mujer. Ella esbozó una pequeña sonrisa.
-Se te ve tan formal jovencita, nunca me acostumbraré a tratarte como tal.- Segunda vez en el día que la llamaban así. A veces molestaba, pero luego se olvidaba de ello y se ponía a trabajar.
La mujer se deslizó dentro de su cubículo y dejó la puerta del despacho abierto, ella entró.
-Buenos días don Francisco.
-Buenos días, cierra la puerta por favor y siéntese señorita Fernández.- Obedeció y se sentó tras cerrar con suma delicadeza la puerta. Cuando se trataba de ver al director siempre hacía todo tres veces más delicado, no sabía por qué. No era el típico director que una espera encontrarse en la universidad, un señor viejo y curtido, con su barriga y sus gafas. Bueno las gafas sí las tenía, pero a diferencia de las expectativas era un hombre alto y muy delgado, con apariencia sabía pero tierna, con algunas canas ya aparentes en su pobre cabellera y su corbata siempre bien anudada y prieta.
-Verá, sus notas son básicamente maravillosas. Sabe que puede optar a una beca ERASMUS...
-Sí lo sé, pero estoy muy cómoda estudiando aquí.
-Lo sé, pero veo algo en usted sabe. Un instinto, una corazonada, llámalo como prefiera pero siento algo. Se toma muy en serio su labor de trabajarse un futuro, pero para conseguirlo a veces hay que arriesgar un poquito. Todo buen periodista necesita tener un instinto aventurero, salvaje, curioso... algo que le haga ir a buscar las noticias y conseguir las mejores, y aquí no lo está trabajando. Esto es más importante que cualquier estúpida asignatura que estudie.- Se río ante la cercanía con la que le hablaba. Él sonrió también y se quitó las gafas apoyando los codos en la mesa.- Por eso me he tomado la libertad de apuntarla a las becas ERASMUS.- Cecilia se sobresaltó ante aquella noticia y antes de que pudiera decir algo él siguió con su discurso.- La verdad lo llevó pensando bastante tiempo, pero hace unos meses tomé la decisión de intentarlo. No suelo presentar muchos alumnos a estas becas ya que es muy difícil conseguirlas, pero la navidad nunca falla, y has sido aceptada. Tienes una beca para ir a estudiar un año a Amsterdam.
El silencio se hizo en la sala. El director esperaba ansioso su respuesta, sonriendo más que orgulloso ante aquella noticia, pero Cecilia no podía sentirse igual.
Estaba abrumada ante la masa de pensamientos que inundaban su mente en esos momentos. Sabía que era buena en lo que hacía, estaba cien por cien segura de ello y sabía que tenía ese instinto del que hablaba, no tenía que irse a Amsterdam para demostrarlo.
Se levantó indignada de su silla y miró fijamente a los ojos a su director.
-Muchas gracias por la oferta pero como le he dicho estoy más que contenta estudiando aquí. Si hubiera querido ir a Amsterdam yo misma le hubiera comunicado mi petición, pero no fue así. Muchas gracias, de verdad, pero no.
-Cecilia... piensatelo una vez más, no necesito una respuesta inmediata. Puedes comunicármelo a la vuelta, pero por favor estudialo.
-No hay nada que pensar, no voy a ir a Amsterdam. Felices fiestas.- Y salió por la puerta, pero siempre con cuidado de no hacer demasiado ruido al cerrarla.


Al llegar a su casa su madre tenía ya la comida en la mesa. No tenía ni idea de por qué aún no se había independizado. Ah sí, porque la única vía de escape de esa casa de muñecas era mudarse con Xabi y bueno, su madre al menos le tenía la comida lista.
Se sentó y esperó a que su madre y su abuela se sentarán con ella. Empezaron a comer.
-Cariño, sabes que este año celebraremos la nochevieja con la familia de Xabi.- Mira a su madre que está expectante a su reacción, Cecilia se  encoje de hombros y vuelve a su plato de pasta. 
-Me lo dijo él, hace unas semanas... ya tiene pensado hasta la ropa que nos vamos a poner. Nos vamos a conjuntar.- Dice y una sacudida baña su cuerpo, deja caer el tenedor en la mesa, se ha quedado sin hambre ante la idea de una cena de nochevieja con ambas familias y Xabi y ella vestidos iguales. Se le ha quitado el hambre para el resto de su vida.
-Ceci, ese chico no es para ti.
-¡Abuela!- Exclama su madre. 
-Sí hija, no me grites.- Cecilia mira a su abuela con una sonrisa en la cara y se apoya en una mano para escucharla.- ¿Le has visto? Parece una lechuga viviente, es como si le hubieran quitado la chispa de la vida y mi Ceci es la diversión en persona. Desde que estás con ese chico no eres la misma...
-Abuela, Cecilia ha cambiado a mejor.- Su madre la mira enfurecida como si lo que estuviera diciendo su abuela fuera una idea descabellada, pero no anda mal parada.- Xabi te ha hecho mucho bien cariño, es un chico muy civilizado, inteliente, culto, guapo...- Y dice está última palabra con un énfasis especial.
-Lo sé, lo sé, en estos dos años y medio no has parado de repetirmelo. Pero no sé, a veces siento que necesito un poco más.
-¿Pero que es lo primordial en esta importante etapa de tu vida?
-Mis estudios mamá, mis estudios.



Y llegó Nochevieja. Fin de año, miles de recuerdos en la mente y miles de promesas y propósitos rondando por todos lados.  Sus amigas Anna, Carlota y Dudu la habían estado llorando para que fueran con ellas a la fiesta desmadre de fin de año, pero no fue. Y ahí está Cecilia, en el ático de Xabi, con ambas familias dispuestas en la mesa del comedor, todos bien vestidos, educados y sonrientes, ella presidía la mesa, con Xabi a un lado y su madre al otro. Todos escuchaban a su madre decir lo bien que le iba en la universidad, toda la familia Granolloers asentía y la dedicaba sonrisas de enhorabuena y felicitaciones mientras ella le dedicaba miradas de socorro a su padre que se encogía de hombros y la dedicaba una mirada tierna. Suficiente agobio tenía ya de por si con toda la presión que su madre la hacía en los estudios para que hasta en la cena de navidad hablara de ello.
Y de pronto mencionó la beca ERASMUS y fue como si a todo el mundo, sus tíos, abuelos, primos y demás les tiraran un cubo de agua helada en sus maravillosas galas que lucían con emoción.
-¿A Amsterdam?- Mencionó el abuelo Granolloers.
-Ajám...
-¿Tienes algún problema con Barcelona? Porque siento decirte, querida, que en Cataluña tenemos la mejor educación de toda España.
Cecilia asiente asustada ante la mirada de Joaquín, el abuelo de Xabi, que parece estar observando a la cosa más extraña y repugnante del universo. Traga saliva y levanta la mirada a toda la mesa, todos parecen esperar a que diga algo pero ella simplemente no tiene palabras..
Pero no tiene porque tenerlas, no se tiene porque excusar de que la hayan concedido una beca para estudiar, como antes alagaban es muy buena estudiante, se la merecía.
-No tiene ningún problema con Cataluña, don Granolloers, pero como joven que es tiene que descubrir nuevos mundos, aprender a vivir la vida, tiene que sacar a la luz ese instito digno de una persona viva, y encerrada en casa no lo consigue.
Cecilia mira a su padre embobada ante su pequeño e ilustre discurso. Como escritor que es siempre saca a relucir sus pensamientos por desentonados que sean pero además siempre lo hace de una forma tan bonita que Cecilia cae rendida ante sus pablabras. En cambio toda la mesa guarda un silencio sepulcral y en el aire se nota la incomodidad y el desacuerdo ante tal comentario, pero a Cecilia le dan ganas de levantarse y aplaudir a su padre. 
-Pedro, cariño, sabes que aquí está viviendo su vida mejor que en ningún lado.- Musita su madre a su lado.- ¿O no? Barcelona es la mejor ciudad para los jóvenes, la más cultural y bonita que hay en todo el mediterráneo.
Pero por mucho que su madre intente salvar la situación las palabras de su padre han calado muy hondo en las almas de esta familia que lleva la palabra "Patriota" tallada a fuego en la frente.
-¿Y cuándo pensabas comentarme que te habían dado la beca, Cecilia?- Dice a su lado Xabi, con la mirada perdida en el plato que tiene en frente.
-No pensé decirlo, a nadie. No voy a aceptarla.- Dice tan bajito que las palabras quedan entre ellos dos.
Entonces su padre deja estrepitosamente los cubiertos caer en su plato de porcelana inglesa y la mira, si no se equivoca, un tanto defraudado. Su abuela la mira estupefacta, pero en cambio Xabi parece contento por haber elegido la respuesta correcta.
-¿Alguien quiere postre antes de las uvas? Mi tía ha preparado un tiramisú digno de degustar.- Dice Xabi levantandose de la mesa con esa sonrisa suya de un tipo encantador que tiene a la madre de Cecilia encandilada. Y entonces susurra bajo su hombro.- Tú acompáñame a la cocina.- Y Cecilia se levanta como presa de sus palabras.
-¿Desde cuándo tienes la beca?- Dice seco y duro. Sus palabras caen redondas en el silencio que se cierne sobre la cocina.
-Me lo dijo el director Francisco el último día del trimestre.
-¿Cuándo echaste la solicitud?
-No la eché yo.
-¡No me mientas!- Grita y su cara se enciende de ira. ¿Por qué se comporta así? Ni siquiera sabía que podía contener tanta energía en todo su cuerpo.
-No te miento, -Rechista Cecilia.- no lo sabía, don Francisco la echó sin mi permiso, confiaba en mi o algo así, quería que descubriera mi instinto periodistíco y...
-¿Sabes dónde estás? En Cataluña, Barcelona. No todo el mundo puede permitirse estar en tu estatus, con tus oportunidades, no sabes lo que tienes y quieres abandonarlo.
-¡No os estoy abandonando! Es una puta beca.
-¡CECILIA! No puedes irte a la aventura sin dinero, sin casa, con una maleta y una beca en una universidad. Tú no eres así, eres mi novia formal y catalana, no una hippie que va de un lado a otro con una mano delante y otra detrás. Tú no eres así.
Y esas palabras se clavaron tan rápido como balas en su corazón, una a una, y tan dolorosas como granadas. Entonces algo hizo "clic".
Las palabras de su abuela... "Parece una lechuga viviente, es como si le hubieran quitado la chispa de la vida y mi Ceci es la diversión en persona." "Desde que estás con ese chico no eres la misma..."
La confianza que su padre depositaba en ella, de que cogiera y aprovechara esta oportunidad.
 Hasta ahora no lo había visto, pero todos confiaban en ella, sus amigas de toda la vida, su padre, su abuela... la lista es corta pero ahora tenía claro que aunque ninguno hubieran dicho nada todo confiaban en que algún día se quitara esa máscara y saliera a la aventura.
-Yo soy así, mi querido Xabi, pero tú no lo sabes. Y te lo voy a demostrar.- Y tras decir esto da media vuelta y sale de la cocina dejandole solo con la palabra en la boca.
Sabía que se estaba jugando mucho, ya solo el hecho de haber dejado así a Xabi la hacía temblar. Pero también notaba esa adrenalina corriendo por sus venas, y ahora sólo quería darse cuenta de eso, del pequeño palpito que inundaba su corazón y de ese sentimiento de juventud que iba llenándola las entrañas.
-Haber, disculpad, quiero decir algo.- Grita cuando llega a la mesa. Todos callan de inmediato y se la quedan mirando. Ella recorre la sala con la mirada, hay una mezcla de odio, repulsión, cariño y desconfianza. Es ahora o nunca, piensa para sí mismo. Aprovecha sus últimos segundos antes de explotar.- Me voy. De la cena y a Amsterdam. Lo siento mucho pero necesito ir, no lo sabía pero algo dentro de mí me esta gritando que huya de aquí. No odio Cataluña, es mi casa, pero ahora me siento muy pérdida, no sé quien soy.. bueno mejor en quien me he convertido.- Estas últimas palabras las dice más para si misma que para todos ellos.- Y necesito encontrarme. No hay opción a discusión sobre esto, la decisión está tomada.
-¡Claro que no!- Grita Xabi a mis espaldas corriendo hacia el comedor.
-Ohh, claro que sí.- Dice mirándole con desprecio.- Ya es hora de ser feliz.- Lo mira directo a los ojos y por una vez no se acobarda ante su mirada, por una vez ella se siente poderosa. Se vuelve a dirigir a la mesa dónde todos permanecen boquiabiertos.- Espero que tengáis una fin de velada entrañable, yo me voy a la fiesta de la playa. Feliz año nuevo a todos.- Les dedica una dulce sonrisa de despedida, una de suficiencia a Xabi y se aleja al ropero a coger su abrigo.
-Cariño- la sobresalta su padre. Ella pega un brinco ante el susto y lo mira sin deternese.- estoy muy orgulloso de ti, sabía que algún día lo harías, y no has podido elegir mejor momento.- La besa fraternalmente la mejilla y la sonríe.- Pásatelo muy bien en la playa, en serio, hazlo.
Y tras su breve pero de nuevo inspirador discurso Cecilia se echa en brazos de su padre mientras él la aprieta fuerte contra sí. Está al borde de las lágrimas.
-Te quiero mucho hija mía, no lo olvides nunca.
-Jamás.- Le abraza fuerte una vez más antes de abrir la puerta y huir hacia una nueva vida.



La música retumba desde el aparcamiento de la playa. Quedan menos de cinco minutos para que empiecen las campanadas y la arena esta a rebosar. Cecilia sale de su pequeño Mazda rojo y empieza a correr hacia la multitud. Se quita los tacones para poder ir más rápido y al fin lega a la arena. Decir que está abarrotado de gente es quedarse corto. Pero de pronto ve unas manos saludándola y en seguida reconoce a las tres chicas que la miran divertidas y extrañadas y va hacia ellas.
-Pero mirar a quién tenemos aquí, nuestra pequeña secretaria.- Dice riéndose Anna y las tres gritan al unísono rompiendo después a carcajadas. Anna ya tiene las mejillas coloradas por el fervor del alcohol y no para de lucir su maravillosa sonrisa, que le contagia a Cecilia.
-¿Qué haces aquí?- Grita Dudu por encima de la música y las voces que invaden el ambiente.
-He plantado a los Granoellers, señoras y señores, ¡soy libre, me voy a Amsterdam!
Las tres gritan alzando sus vasos de plástico al aire y Cecilia grita con ellas. Por fin siente sus 22 años, esta soy yo, dios mío como podía haberlo olvidado.
-Oh mierda, no tienes champán. ¡Ni uvas! Van a ser las campanadas ya, voy corriendo a pedirte unas.
-¿A quién?- Le pregunto a Carlota.
-A los chicos, tía que hemos ligado.- Las tres se ríen y miran a la barra que hay a 20 metros a nuestra derecha. Hay muchísima gente así que no consigo identificar a quienes se refiere pero las sonríe toda orgullosa por su hazaña.- Ahora vuelvo.- Dice, y se deshace entre la multitud.
-¿Así que has aceptado la beca pequeña secretaria?- Dice Dudu colgándose de mi brazo.
-Ajá. he llamado al director de camino aquí. Creo que le he interrumpido la cena de navidad.- Y Se ríe ante el recuerdo de la llamada.
-¡No jodas! ¿Acabas de llamar al director ahora mismo? Loca, es nochevieja.- Exclama divertida Anna.
-Lo sé, por eso mismo, hoy toca descontrolarse. ¡ME VOY A AMSTERDAM, SEÑORES, ME VOY A AMSTERDAM UEHHH!
Y un grupo de gente que les rodea grita con ellas al unísono. Entre la multitud aparece Carlota con cinco chicos guardándola las espaldas. Uno la tiene cogida por la cintura cuando la brinda un vaso con champán y un racimo de uvas.
-¿Has aceptado?- La grita y ella asiente con la mejor de sus sonrisas.- ¡Esa es mi chica!
-Van a empezar las campanadas, todos preparados.- Grita alguien por encima de todas las voces. Se ponemos en círculo mirándose todos, sus tres mejores amigas que la han apoyado siempre en todas sus decisiones y sus cinco nuevos ligues.
-Una,- exclaman al aire de Barcelona y todos se meten una uva en la boca.-, dos, tres, cuatro...
Como siempre la cuenta va demasiado rápido y cuando por fin llegan a 12 Cecilia aún tiene casi todas las uvas en la boca. Se miran todos y corren a abrazarse en grupo.
-¡¡Feliz año nuevo chicas!!- Grita uno de los chicos que abraza a Cecilia por la espada.
-¡Feliz año!- Gritan ellas.
Cecilia grita a todo pulmón y las chicas la siguen, tiran el racimo vacío al suelo y se abrazan como si llevarán años sin hacerlo. Después de muchos meses ha vuelto la Cecilia de siempre.



El sonido de un exprimidor despierta a Cecilia. Y en cuanto abre los ojos se da cuenta de lo mucho que le pesan los párpados que parecen rocas, sin hablar de la cabeza que parece tener millones de niños pequeños dentro dando patadas y bailando al coro de "¡Feliz año nuevo!". Se incorpora a duras penas y se da cuenta que está tirada en un sofá de un sitio que no conoce. Anna está medio tirada encima suya dormida del todo, Carla está dormida sobre el pecho de un chico de rizos rubios en el suelo y a su lado Dudu está entre otros dos chicos sin camiseta, ella por suerte un poco más tapada. 
No sabe dónde están, porque por más que mira de un lado a otro no sabe encontrar algo que se asemeje al recuerdo de la casa de alguien que conozca. 
Una puerta blanca que hay en frente del sofá se abre y aparece un chico de cabello castaño y ojos claros en boxers, la boca se le cae hasta el suelo mientras tras él sale otro chico en las mismas circustancias con un vaso de zumo de naranja en la mano.
-Buenos días preciosa, ¿quieres desayunar?- Le dice el primero con una arrebatadora sonrisa.
-¿Qué hicimos anoche?- Y entonces se intenta cubrir el cuerpo con las manos en un acto un tanto inocente. Ambos se ríen al verla mientras Cecilia se sonroja.
-Nada tranquila, sigues intacta.- Dice el segundo chaval que se sienta en frente de ella. Este en cambio tiene los ojos oscuros, pero es igual de guapo que el primero.
-Ninguna ha...- Dice entrecortadamente ante la humillación que está empezando a sentir.
-No, ni siquiera os habéis quitado la ropa.- Se ríe el primero.
-Vosotros no habéis sido tan tímidos por lo que veo.
-No, la verdad es que quisimos más pero vosotras estábais muy borrachas y tenías bien claro que queríais celebrar la... ¿resurección de la antigua Cecilia, no? Algo así, estabais muy mal anoche y no quisimos aprovecharnos.
Entonces la aturdida y dolorosa cabeza de Cecilia empieza a recordar pequeños fragmentos de la noche anterior y no puede evitar sonreír. 
-Fue una buena noche.- Dice el segundo.
-La mejor de todos los tiempos.- Masculla, y se vuelve a tumbar en el sofá sin poder quitar la sonrisa que tiene en los labios.



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¡BUENAS A TODOS!
Aquí está el primer capítulo de "The Cecilia´s Untitled Project". Es un pequeño aperitivo de todo lo que se nos viene encima. Lo he hecho en un narrador omnisciente pero no me ha gustado la experiencia así que de aquí en adelante la narradora será Cecilia.
Excepto este cambio todo seguirá igual. Hasta ahora, ¿qué os ha parecido el capítulo? ¿Os gusta la trama? No dejeis de comentar y de decirme cualquier cosa que se os pase por la cabeza, sin miedo que no muerdo jajaja
Nos vemos en el segundo capítulo amores <3<3<3


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Lo siento muchísimo.
Lo he intentado de todas las maneras posibles continuar la novela "Teenage Dirtbag" de Liam pero me he es imposible, tengo mejores ideas en mente y la verdad no tengo muy bien planteada esta, la tengo un poco como haber que pasa, pero no puedo, os merecéis algo muchísimo mejor.
Por eso voy a empezar otra, seguirá siendo de One Direction pero esta vez será de los cinco, ¡A LA VEZ!
No quiero individualizarlos y además ya la tengo totalmente planeada y planteada. Tengo mejores presentimientos. Sé que os he fallado incontables veces pero por favor os ruego que me deis una última oportunidad para confiar en mi y en este proyecto, POR FAVOR.
Os espero a todos en el primer capítulo de "The Cecilia´s Untitled Project". Un adelanto, es hot, muuuuuy hot.
Nos vemos!!!!

martes, 22 de julio de 2014

Capítulo 4 -Teenage Dirtbag

CAPÍTULO 4



Lo que me dijo Niall me estuvo dando vueltas en la cabeza el resto de la clase. Pero no era lo único que me preocupaba, la mayoría de la clase me había echado un vistazo, algún baboso de arriba a abajo como si fuera algo que admirar, y todos tras mirarme compartían algún comentario con su compañero, las chicas sobretodo, y lanzaban alguna risilla o mirada de odio.
El drama que se había generado conmigo por haberle plantado cara a Luke o supuestamente haberme liado con Pain el día anterior en el cuarto de limpieza seguía en el aire y nadie parecía partidario de dejarlo marchar como si no hubiera pasado nada.
En el pasillo camino de mi próxima clase todos hacían lo mismo, perdí a Niall de vista y me sentía mucho más sola sin él. No sabía que hacer, estaba mentalmente paralizada, cualquier movimiento que hiciera ellos lo verían y después lo criticarían con sus amigos, odiaba esta humillación de ser el payaso del instituto.
Pero un golpe de suerte hizo que desapareciera todo el mundo de mi mente un instante para darme cuenta de que la siguiente clase era la de canto. Esta escuela era característica por su programa de artes entre el que destacaba la clase de canto. El coro había ganado una vez el campeonato estatal, por eso era la escuela de artes más recomendada en toda la ciudad.
Olvidé todas las miradas y cuchicheos que generaba al andar y me centré en el aula A-21. Al llegar todo en mi cambió. Había carteles de bolos en bares de la zona por la pared derecha, al fondo a la izquierda había un panel de vidrio en el que se guardaban algunos pequeños e insignificantes trofeos y el del campeonato estatal, tras de mi unas estanterías y una pizarra, al frente estaban las sillas de todos los alumnos y en el centro donde se supone que sería el escenario había un gran piano negro. Había una batería y muchos instrumentos colocados por la sala. Al entrar me invadió una onda de familiaridad que sólo tenía cuando estaba en casa. 
Había un chico rubio, mucho más rubio que Niall, sentado en una silla, y tres filas tras él había una chica asiática que llevaba un vestido de rayas bastante feo. Tenía una mecha azul que resaltaba en su lacio pelo negro. Con una sonrisa cogí un sitio y esperé a que entrara alguien más.
-Muy buenas.- Gritó el que supuse que era el profesor al llegar. Dejó su maletín sobre el piano.
Tras él entraron todos los músicos y cogieron asiento. Pero no había entrado más que un chico con un gusto, vamos a decir diferente, para vestir y la hija secreta de Whitney Houston con algunos kilitos de más.
-Sois... ¿cinco?- Exclamo el profesor. Yo asentí.
-Bueno, no importa se apuntará más gente.- Miró a los músicos sonrío y después nos miró uno a uno sin apartar esa sonrisa que aportaba mucha seguridad.- Buenos días, soy William Skhuter vuestro nuevo profesor de coro. ¡Este año vamos a arrasar chicos!
-Perdona, somos cinco, ¿cómo vamos a arrasar?
-Porque estoy yo aquí.- Dijo una chica con la piel aceitunada al entrar por la puerta. Tras ella la seguía una rubia que iba vestida como ella con el uniforme de las animadoras.
-Mierda, Cheerios.- Susurro la chica asiática.
-Me presento soy Anna, líder de las Cheerios y...
-Muy bien muchas gracias Anna pero las presentaciones las dejamos para otro momento, toma asiento.
Anna le dirigió una mirada de odio a William y se sentó con la cabeza bien alta en una de las sillas de la primera fila delante de mí, la chica rubia la siguió.
-Bueno pues ya somos siete, vamos mejorando.
-Según el reglamento de los coros de EE.UU. se necesitan once participantes para competir en las regionales. Si ni siquiera llegamos al número mínimo de concursantes, ¿cómo vamos a participar en algún campeonato?
-Wow... me alegro que te sepas el reglamento...
-Tina, me llamo Tina.
-Me alegro que te sepas el reglamento Tina pero es el primer día, apenas llevamos 5 minutos juntos, se apuntará más gente no te preocupes.
-Lo dudo señor Shkuter, la lista para apuntarse al coro está vacía, todos los que hemos venido aquí lo hemos de incógnito porque desde luego...- Echó una visual al aula.- el coro apesta.
-¿Cómo te sabes mi apellido Anna si ni siquiera te conozco?
-Te he acosado alguna vez por Facebook.
La mirada de William era un cuadro. De todas formas discrepaba al completo con Anna, el coro me daba muy buenas vibraciones y si de momento todos habíamos sido admitidos para participar en el coro es porque nuestras voces eran buenas, si sabíamos trabajarlas y alguien más se apuntaba seguro que podíamos ganar las regionales.
-Además, mira que panda de pringados forman el coro este año. Tina Goghen Txian, Mercedes Rivera, Lady Hummel...
-¡Me llamo Mario!- Gritó indignado el chico del buen gusto de vestir.
-Blondie Blue, y... vaya si tenemos toda una estrella, doña Rebelde está aquí.- Anna se quedó mirándome con una mirada intimidante y una sonrisa vacilante y después volvió la vista a William.- Este grupo apesta, necesitamos gente nueva.
-Ya estamos aquí nena.- Un chico de tez oscura y unos ojazos grandes y marrones entró por la sala. El primer pensamiento que te asalta al verlo es, "¿A su madre le gustará ese peinado?", porque lo lleva todo rapado exceto una tira a lo moicano en el centro. Lleva la chaqueta del equipo de fútbol y me suena.
No he conocido a mucha gente aquí pero he visto a todo el mundo cuando me miran y... bingo, es uno de los amigos de Luke que le defendió cuando yo me enfrenté a él.
Y entonces apareció, detrás de él, con la mirada perdida en la nada y con la misma pinta de chico malo que su amigo, Pain.
La amiga de Anna empezó a aplaudir y a saludar a los chicos que acababan de entrar por la puerta, parecía que vivía en su mundo de color.
-Si entran estos dos imbéciles en el club sinceramente batiremos el récord de los alumnos más pringados del coro de la historia.
-Calla tu estúpida boca Anna, tú también estás sentada aquí.- Dijo Pain que pareció volver al mundo al soltar el comentario. La miró con desprecio y entonces me miró a mi. Su mirada se endulzó un poco más y todos sus músculos se relajaron, pero apartó rápidamente la vista cuando me percaté de que Anna estaba observadonos.
-Pain das pena, yendo detrás de esta idiota.
-Bueno suficiente por hoy Anna, durante el resto de la clase agradecería que mantuvieras tu boca cerrada.- Bajó el tono de voz y se dirigió a los dos muchachos que seguían de pie en la puerta.- Tomad asiento chicos.
Ambos hicieron eso y cogieron sitio en la fila de atrás. Al pasar por mi lado Pain acarició mi hombro. Y yo lo aparté.
-Bueno pues ya somos 9, poco a poco se consiguen las cosas. ¿Una canción?
Anna suspiró.



Por fin sonó el timbre de la comida, y lo estaba esperando con tantas ganas que por poco me puse a aplaudir cuando lo escuché. Salí de la clase de matemáticas y fui a buscar a Niall a su taquilla, no estaba.
Le esperé como 10 minutos más mientras todos se dirigían al comedor y no apareció.
-Buena venganza, Horan.- Farfullé mientras seguí a los últimos despistados al comedor.
Ayer le planté yo, hoy me planta él. Por mucho que me doliera era una venganza justa así que me prometí no decirle nada y actuar como si simplemente me mereciera el plantón.
Al abrir las puertas del comedor me aplastó el sonido de todas las voces hablando, todo el mundo estaba ya sentado con sus bandejas en los grupos obvios de una escuela americana. Había cientos de alumnos, y por más que lo intentaba no encontraba a Niall por ningún lado, la gente no paraba de reír, gritar, hablar y moverse como cuales cucarachas, era imposible encontrar nadie por allí.
Asumí que hoy comería sola pero al menos quería comer, así que cogí una bandeja y seguí a la fila.
-Miss Rebel ¿te importaría girarte un segundo?
Me giré y un plato de puré de patatas aterrizó en mi cabeza bajando lenta y asquerosamente por mi pecho.
-Bienvenida al instituto.- Exclamo Anna. Escuché unas risas y deseé con todas mis fuerzas que la tierra se abriera bajo mis pies y me tragara en ese mismo instante.
-Pero...- Nada salió más de mi boca. Me aparté el puré de los ojos echándolo a un lado y intenté ver la cara de esa zorra pero no podía. Una espalda bloqueaba mi visión.
-Anna, ¿por qué no vas a meterte con los de tu especie?
-Venga ya Pain, no me digas que te vas a poner de su lado.
-No lo va a hacer, puedo romperte la cara yo solita.- Dije haciéndome a un lado de Pain y mirándola a los ojos. Parecía que nunca quitaba esa estúpida sonrisa tan falsa como ella misma.
-Eh, eh tú vas a ir al baño a lavarte.- Dijo Pain sujetándome de los hombros. Cuando vi sus ojos intenté relajarme, centrarme en aquel marrón tan abrumador, pero no podía, mi mente sólo pensaba en estamparle el puño en la cara a Anna.- No me hagas obligarte.- Me susurró delicadamente.
-Inténtalo.- Le reté.
Arqueé una ceja y él sonrió pícaro. No iba a hacer que me moviera de aquí, de ningún modo ella se saldría con la suya.
-Mira pequeña zorra si quieres pegarme no sé a qué estás esperando.- Dijo Anna haciendo su bandeja a un lado.
-No estás sola Anna.- Y apareció Christine (la chica rubia con la que me pegué ayer en las taquillas) de a saber donde.
-¡Pelea de gatas, OTRA VEZ!- Gritó alguien por ahí.
-Venid aquí.- Las reté.
-Vale tu has tenido suficiente por hoy.- Y Pain me empujó a un lado. Me miró severo como si fuera mi padre.
-¿Qué haces?- Le espeté.- Esto no tiene nada que ver contigo.
-Pero sí contigo, que es lo que más me preocupa.
-No tienes que preocuparte de mí, no eres mi padre, ¿sabes?
-¿Crees que vas a volver a pegarte con unas zorras en menos de dos días y yo me voy a quedar aquí mirando como el resto de subnormales?
-Qué nena, ¿te rajas?- Escuché detrás de Pain.- Ven aquí y deja que te humille como he hecho antes con tu amiguito Niall.
Entonces algo dentro de mí hizo 'clic'. Sentí una extraña ola de calor recorrerme todo el cuerpo, como un chute de adrenalina. Pain me miraba compasivo, sabía que no quería que lo hiciera, pero no podía frenarme, no era nadie para hacerlo. Le hice a un lado y corrí hasta Anna. La cogí del escote de su uniforme de animadora y la miré con ganas de hacerla desaparecer entre mis propias manos.
-¿Qué has hecho con Niall?
-Nada, yo nada. Dave y Luke no sé.
-Eres una zorra mala.- Musité.
-De las peores cariño.- Se río y me miró aunque yo no aparté la mirada.- Pain lo sabe muy bien.- Me susurró.
La solté el vestido y se lo escupí. Todos ahogaron un "Oh" mientras ella se miraba el vestido frustrada como si se le hubiera caído un puñetero puré de patatas encima.
-Me alegro de ello.
Salí del comedor andando lo más rápido que pude, no sabía a dónde iba yo sólo quería ir buscar a Niall. Avanzaba por el pasillo a saber dónde cuando escuché unos golpes y algún comentario más alto de lo normal. Salí a los jardines y ahí estaban, cuatro chicos más grandes que los rascacielos de Manhattan con sus chaquetas del equipo deportivo luchando con un pequeño rubio y... mierda, y Pain.
A Niall le superaban todos, en peso, altura y experiencia por eso al primer golpe (que al menos yo llegase a ver) cayó al suelo golpeándose fuertemente la cabeza. Pain cogió al chico negro que fue con él esa mañana al coro por la chaqueta justo como yo había hecho minutos antes con el vestido de Anna. Le golpeó en la nariz pero sin dejar de soltarle con la otra mano. 
Y entonces distinguí a uno de los cuatro chicos que se encaramaban con mi amigo y Pain, era Luke.
-Tío, suelta a Dave. ¿Desde cuando defiendes a los pardillos? Tú estas en nuestro bando pateando culos no protegiéndolos.
-¿Y eso a ti qué te importa?
-Wow lady Pain está sensible..- Dijo Luke riéndose, Pain lo cogió del cuello y le apretó, mientras los otros tres les separaban.
-Luke vigila tus pelotas porque estás apostándolas y las vas a perder.
-Tío,- El chico moreno de su derecha le dio una palmada amistosa en el hombro y le miro serio.- estás raro últimamente, no vienes con nosotros y nos dejas de lado por salvar el trasero a unos putos pringados. ¿Miller no te pasa droga o qué?
-Podríamos adelantarte algo de pasta hasta que... ya sabes consigas algo.
-Luke no todos somos unas míseras ratas.- Esperaba que dijera algo que negara que él tomaba droga.- Tengo dinero de sobra.- Pero no fue así.
Estaba paralizada en las escaleras observando la escena pero ajena a ella. Parecía un fantasma porque aún nadie se había percatado de mi presencia, ni de la de Niall, que aunque siguiera ahí tirado tan quieto como yo lo estaba nadie pareció acordarse.
-¿Entonces? ¿Es esa chica?
Todos los músculos de su espalda se tensaron bajo su camiseta y se le marcó la vena del brazo cuando apretó el puño. Fuera quien fuera la chica era demasiado importante para él si se tensaba de ese modo sólo con mencionarla.
-No.
-Vamos Pain, amigo, no engañas a nadie. Mojas las bragas cada vez que la ves. Te he visto hoy en el coro.- Pain avanzó dos pasos presuntuoso y Dave se retiró instantáneamente uno.
-Dave voy a hacerte callar esa boquita de princesa que tienes.
-¿Tan bien está esa chica? Yo quiero verla.- Exclamó Luke entusiasmado.
-Está ahí.- Y Dave me señaló.
La sangre se me congeló y el corazón se me paró un segundo, avisé. Yo era la chica de la que estaban hablando, yo era la puta chica que acaba de meterse en mitad de una pelea con los tíos que menos me convenían. Miré a Niall que me hacía señas para que me fuera de allí pero mis músculos no reaccionaban y además estaba harta de salir corriendo de cada pelea.
-Pero bueno si es mi vieja amiga Alexia. Nena, cada vez que me miras con el enfado en tus ojos debo admitir que me excitas.- Y empezó a avanzar hacia mi.
A los cinco pasos se giró en redondo y miró a Pain que estaba igual de estático que yo mirándolo con más asco, si se podía.
-Buena elección amigo, tiene que ser toda una fiera en la cama.
-Es más que un juguetito sexual.- Gritó Niall aún desde el suelo.
-¿Qué has dicho subnormal? Porque yo solo te escucho pedir a gritos una patada en los huevos.- Y acto seguido el chico que no era ni Luke ni Dave corrió y le estampó la zapatilla dónde Luke había mandado.
El grito de Niall ocupó todo el patio y me estremeció de arriba abajo.
-Mira esto es algo entre tú y yo, déjale en paz.- Y mire de soslayo a Niall que se retorcía en el suelo.- A él y a Pain. 
-Puedo manejar esto solo, vete Alex.- Dijo él.
-Ya, yo también podía manejar lo de dentro y no me has dejado. Tushé.
-Eres una pequeña guerrera, ¿eh?- Luke había avanzado sin yo darme cuenta. Estaba a dos metros escasos de mí y por desgracia no dejaba de avanzar, pero yo por suerte no me estaba alejando. 
Estaba harta de las especulaciones, de las miradas introvertidas y de los purés de patatas sobre mi camiseta, y si algún día tenía que enfrentarme a todo aquello me alegraba de que fuera en ese momento, antes de que todo fuera más allá.
-¿Qué quieres de mí?- Le dije desafiante.
Luke esbozó una pequeña sonrisa que movió el piercieng de su labio superior y me tocó un mechón de pelo enredándolo y deslizándolo por su dedo.
-Tsss, poco a poco.- Y empezó a deslizar sus rugosos dedos por mi brazo.
-No poco a poco no, quiero que todo esto acabe. No volváis a tocar a Niall, ni siquiera le dirijáis una mirada.
-Pero eso requiere algo a cambio.
-Muy bien, ¿el qué?
-Alex, vete... no te preocupes, estoy bien.- Oí decir a Niall. Le miré, se había incorporado pero le sangraba la nariz y posiblemente la cabeza porque tenía mechones teñidos de rojo.
-No me da la gana, no dejaré que vuelvan a ponerte un dedo encima.- Miré a Luke rabiosa de haberle hecho eso a mi amigo y de causarme tantos problemas en tan solo dos míseros días de instituto.- ¿Qué coño quieres para que le dejes en paz?
-Despacito nena, se te ve alterada.- Bajó su mano de mi brazo a mi mano y se la retiré antes de que me la estrechara.- Dejar de pegar a un pardillo como ese es un precio muy alto para un tío como yo, ¿entiendes?
Por supuesto que no entendía. Eso no era razón alguna suficiente para justificar la paliza que le habían dado.
-Así que lo mínimo que puedes hacer por mí para recompensarme,- Bajó su mano a mi cadera, entonces reaccioné.
Demasiado tarde.
Dos manos se cerraron en los hombros de Luke y le tiraron para atrás.
-Tócala un cm más de piel y te juro que te arranco las pelotas con mis propias manos y luego se las doy de comer a mi gato.- Pain le sujetaba por el cuello y no se le veía con intenciones de soltarlo. Entonces me miró.- Siento el comentario.
-Oh nada, por mi no te cortes.- Contesté aún ensimismada por la escena.
-Venga ya Pain, no vale más de dos orgasmos.
Entonces estampó su puño en la nariz de Luke desastibilizándolo. Éste se presionaba la nariz doblado de rodillas en el suelo. Sus tres compañeros corrieron a ayudarlo como pequeños perritos falderos que van a sanarle las heridas a su amo.
-Tú, viejo amigo, no eres más que mierda. Mierda vestida con una chaqueta deportiva.
No reconocía a este Pain, estaba muy lejos del chico que me fue esta mañana a buscar a casa y me invitó a desayunar. No era para nada el Pain al que se le formaba una pequeña arruga en los ojos cuando sonreía o el que sonreía a todas horas como si nunca fuera mal momento para hacerlo. Este era un lado de Pain que no me gustaba nada y que temía que fuera su verdadero ser.
-¿Qué coño te pasa tío?- Gritó Luke quitando a manotazos a los otros tres que le rodeaban.- Desde cuando me das la espalda de esta forma.
<Desde que me defiende (inexplicablemente) a mí>- pensé.
Una mano me rodeó la muñeca y me apartó dos pasos de dónde estaba. Asombrada de que mis piernas funcionaran después de todo no me di cuenta que era Pain quien me sujetaba.
-Vete ahora mismo de aquí. No quiero que me contradigas, ahora no por favor, coge a tu estúpido amigo y sal de aquí, tengo que terminar esto.
-Pain, no.
-Alex, por favor.- Me sujetó la otra mano pero se las aparté enfadada.- Tú sólo vete, no quiero que veas nada más aquí.
-¿Crees que no puedo ver una pelea?
-Mira esto ha llegado demasiado lejos, me da igual lo que digas sal de aquí, ¿vale? 
Entonces me aparté de él, y poco a poco seguí avanzando. Eché un pequeño vistazo a Luke que me miraba cómo si acabara de matar a su propia madre y retiré la mirada. Bajé las escaleras hasta reunirme con Niall. Lo levanté del suelo y le hice irnos de aquel lugar.
No sin entornar la mirada un momento antes. Pain me miraba.
Entonces aparté la mirada y salí de allí sin volver a mirar atrás.



FIN DEL 4º CAPÍTULO

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Muy buenas!!!
Aquí tenemos el cuarto capítulo de 'Teenage Dirtbag'.
Tengo que decir que es un record para mí subir dos capítulos seguidos en dos días consecutivos *aplausos*. Al fin el verano está mereciendo la pena jaja
En este capítulo Pain me gusta más que nunca pesé a que haya salido su lado malvado, ¿vosotros que pensáis? ¿Os gusta más el chico tierno o el Pain malo? Seguro que alguien prefiere al pobre Niall que se ha llevado una buena paliza hoy, a más de una nos gustaría ir a curarle las heridas, ¿eh? xdd
Comentad abajo lo que queráis decir del capítulo de hoy.
Nos leemos en los próximos capítulos, muchos besoooooos!! Xx




lunes, 21 de julio de 2014

Capítulo 3 -Teenage Dirtbag

CAPÍTULO 3.




Cuando abrí los ojos me recordé que la próxima noche echaría las cortinas, porque el sol entraba a raudales inundando de una clara y penetrante luz toda mi habitación. Me escondí bajo las sabanas frotándome aún los ojos por tanta luminosidad y suspiré para mis adentros el típico "5 minutos más".
Pero alguien empezó a golpear la puerta de mi habitación. Y como no, la abrió y entró como si hubiera conseguido el permiso válido para entrar.
-2 minutos más y me levanto, lo prometo.- Gimoteé bajo las sábanas aún.
-Cariño, hoy necesito que salgas de la cama ya.- Dijo la dulce voz de mi madre mientras revolvía todo el montón de sábanas que hacían de mi cobertizo provisional.- ¡Vamos hace un día estupendo! Y además, hay un chico esperándote en el salón.
Y automáticamente, como si me hubieran presionado un botón, todos mis músculos se pusieron en tensión, en alerta, y me paralicé bajo las cosquillas de mi madre que me hacía por encima de las sábanas azules que me cubrían.- Tienes amigos más madrugadores que tú, a ver si aprendes de ellos.
Bufé y noté como ella reía por lo bajo.
-Vamos sal de tu guarida, como le hagas esperar mucho más Jimmy le matará hablando de sus pijerías, porque tu amigo es más... como tú... No me sale una palabra para definirlo.
-¿Marginado? ¿Diferente? Por ejemplo.
-Que resalta sobre los demás.
-Buena esa, me la apunto en mi lista de "Formas de Llamar a Tu Hija y Sus Amigos Rarita".
-Vamos, vamos, vamos.- Dijo revolviendo las sábanas una vez más antes de desaparecer por la puerta.
En cuanto me pusiera unos pantalones bajaría a ese salón y le arrancaría el rubio pelo de la cabeza a Niall por presentarse a estas horas en mi casa, ¿no tenía sentimientos?
Respiré hondo y estiré una pierna fuera de mi cobertizo pensando que la cama era más grande. Pero no lo era y caí al suelo.
-Mierda.- Exclamé tirada en el suelo enrollada en las sábanas.
El golpe no fue muy fuerte pero lo suficiente como para que me saliera un moretón en la cadera durante el resto del día.
Me deshice del nudo de sábanas y me abalancé, literalmente, sobre el armario. No entendía porque estaba tan excitada, pero es que nunca me había venido un chico a buscar a casa y menos sin avisar, pero para ser sinceros no era eso lo que me preocupaba, lo que me ponía histérica era que estuviera abajo con mi madre y con el estúpido de Jimmy. Ella le estaría acosando a preguntas a modo de interrogativo policial y él le estaría contando como consiguió su primer yate o sus primeras acciones en Hollister.
No me daba tiempo a ducharme, así que cogí los primeros vaqueros que vi y una camiseta azul con el logo de una de mis bandas preferidas que estaba a medio colgar de una percha. Entre equilibrios me puse los vaqueros, y sucesivamente de la misma forma me puse la camiseta. Pasé por el espejo y al instante deseé no haberlo hecho, tenía todo el pelo enmarañado y una cara de recién levantada bastante notable. Me pasé los dedos por los miles de enredones y intenté amoldarlo como pude, pero vencida, me acabé haciendo una coleta. Recogí unas zapatillas del suelo y mientras bajaba las escaleras medio corriendo medio andando me las puse. Pero los equilibrios nunca fueron lo mío, en los últimos escalones me tropecé y caí.
Esperé impactar contra el suelo como una gran entrada triunfal, pero no. Caí sobre unos brazos portentosos, de tez tostada vagamente familiares. Alcé la mirada y me topé con dos ojos marrones brillantes mucho más familiares. Su sonrisa eclipsaba cualquier punto de luz que allí podía hallarse.
-Pain.- Musité con una mezcla de asombro y confusión. Su sonrisa se torció a un lado. Creo que me empecé a derretir o si no la temperatura había subido de golpe.
-Buenos días, -Me apartó un poco de su cuerpo, supongo porque ambos sabíamos que mi madre y su novio estaban a un lado observandonos atentos a cualquier movimiento que hicieramos o porque simplemente eran más morbosos de lo que cabía pensar.- me gustan tus pintas de recién levantada. -Me sonrío cómplice con un toque, advertí, burlón. Enganchó un dedo en una de sus hebillas del pantalón, no llegaba a tocarme la piel pero sentía la electricidad de sus dedos tan cerca de ella, sentiría esa electricidad a km de distancia. Debería apartarlo, abofetearle por ser tan lanzado y exigirle una explicación acerca de porque estaba él ahí plantado y no quien esperaba encontrar, Niall. Pero en vez de hacer todo eso me quedé paralizada, dejando que la sensación de su cercanía me electrificara todos los nervios de la zona cuando termino la frase- pero por muy guapa que estés, la cremallera de los pantalones suele estar cerrada.- Y me la subió tan rápido como la temperatura.
Se separó del todo de mí y se dirigió a los dos individuos que nos miraban como si todo esto fuera un espectáculo. Yo cerré los ojos y solté todo el aire que tenía comprimido en el pecho. Vaya estúpida que era.
-Bueno...-Dijo él alargando la palabra.- nos vamos ya, yo la acompañaré a clase.
-¿Cómo que ya?- Protesté.- Si aún ni he desayunado.
-Cariño, eso da igual, te coges algo por el camino. Menudo problema, los adolescentes os quejáis por todo.- Contraataco mi madre.
-Pero es que...
Daba igual lo que pensara no me salía ninguna palabra más para contradecirles, así que mi madre me cogió la mochila y me la dio. No me quedó otra que aceptarla y recoger las llaves de casa y el móvil.
-Pasarlo bien.- Exclamó Jimmy con una sonrisa burlona.
-Sólo vamos al instituto, no nos vamos de fiesta ni nada por el estilo.
-Bueno, pero es la primera vez que vas acompañada de un chico guapo, y posiblemente la última.- Dijo con un retintín que no me gustó nada. Es más, hizo saltar mis impulsos de arrancarle esa sonrisa falsa de un puñetazo, pero me contraje cuando Pain me cogió de los hombros y me guió al otro lado de la puerta.
Eso sí eran buenos días, me venía a buscar a casa el chico más misterioso y sexy de todo el pueblo y el gilipollas del novio de mi madre me humilla delante de él. Genial.
-¿Tu padre es siempre tan encantador contigo?- Dijo cuando bajábamos el porche.
-No es mi padre, y sí, suele gustarle eso de avergonzarme delante de las visitas. Pero eso da igual, ¿por qué mierdas has venido a buscarme a casa?
-Ehh, relaja preciosa, era una sorpresa.
-Pues vaya.- Farfullé.
-Escúchame,- Se paró cuando llegamos a la arena y me puso frente a él-, ayer no pude agradecerte en condiciones que me sacaras del agua, que... me salvaras la vida.
-No fue para tanto, no iba a dejarte viviendo bajo el mar con La Sirenita.
Se río y juré no haber escuchado nunca una risa más bella que la suya. Era como si los ángeles hubieran bajado del cielo y hubieran convertido sus cantos en su risa. Pero Pain estaba muy alejado de ser uno de esos ángeles, con sus vaqueros apretados, su camiseta negra y los tatuajes que sobresalían sobre sus brazos tenía más pinta de haber venido directo desde el propio infierno.
-Bueno fuesen cuales fuesen tus motivos para rescatarme te pienso recompensar.- Se volvió y agarró mi mano, tirando de mi por la playa, echando los dos a correr levantando arena a nuestro paso. Pero corríamos en sentido contrario al instituto. 
-¿A dónde vamos? El instituto está por el otro lado.
-Acaso te crees que te voy a dejar ir a clase sin haber desayunado, no preciosa.- Y en un reservado de la playa donde parecía no haber casi nadie transitando había una vieja camioneta roja aparcada frente al mar con un mantel y mucha comida apoyada en el capó.- No es algo increíble, ni tan maravilloso como para recompensarte lo que hiciste pero no puedo ofrecerte más, aunque quiera dártelo todo.- Le miré incrédula pero él lo ignoró.
Sonreí al ver todo eso allí montado, y sonreí más al ver la cantidad de comida que estaba allí esperándome.
-¿Un buen desayuno? Es la mejor recompensa que podías darme.
Sonrío y caminó a mi lado hasta llegar a la camioneta. Puso sus manos alrededor de mi cintura y me subió al capó. Sus ojos brillaban haciendo que su marrón oscuro tornara a un tono casi miel. Y antes de que pudiera ahogarme en el mar de sus ojos se giró rodeando la camioneta y subiéndose al otro lado del capó. Tiró su mochila a la arena y le imité. 
Alegraba haberme puesto los shorts, el sol nos daba de lleno así que el calor era prácticamente abrasador. 
Apoyé la espalda en la luna de la camioneta y dejé que el sol me tostara la piel. Pain parecía más decidido a comer ya que cuando me giré para mirarlo tenía medio croissant fuera de la boca y el otro medio dentro. Levantó los hombros a modo de excusa y yo me reí.
-¿Qué? 
-Nada, nada, tú sigue comiendo.- Sonreí y volví la vista hacia el mar.
Sentía algo extraño dentro de mí, cómo si todo estuviera bien, una tranquilidad que me asustaba. Pero lo que mas miedo me daba era que sintiera eso mientras desayunaba encima del capó de la camioneta de casi un completo desconocido. Giré la vista hacia el, el desconocido. También tenía la vista puesta en el mar.
-¿En qué piensas?- Le pregunté.
-En ti.- Sus ojos tornaron hasta toparse con los míos. Nada tenía sentido, todo en mi vibraba pero no iba a apartar la mirada como si me sintiera avergonzada del calor que me provocaba tenerlo tan cerca de mi, mirándome de esa manera.
-Seguro.- Vacilé.
-Bueno no todos los días puedo desayunar con la tía que le planta cara a Luke.
-Eres todo un privilegiado.- Se rió.
-He salido con muchas chicas, pero ninguna había hecho eso.- Y empezó a aplaudir.- Alex eres mi nueva ídola.
-¿Perdona?
-Bueno no soy el mejor fan, no me echaré a gritar cada vez que te vea, ni haré pancartas con tu nombre, pero si quieres que lo haga solo tienes que pedirmelo.
-No, no, no era eso. No estamos saliendo, esto no es una cita. No soy una más de las cientos de chicas con las que has podido salir.
-Claro que no.- Le miré con una chispa de odio en la mirada.- Tú eres la mejor de todas.-Y la chispa provocó un fuego incontrolable en mi interior.
Y como si fuera todo cosa del destino unas chicas que pasaron delante nuestra, en bikini, una mochilla y una preciosa sonrisa se pararon para saludar a Pain quien les devolvió el saludo con un guiño. Yo jamás sería tan preciosa como ellas, jamás sería tan popular ni tan el tipo de chica que le gusta a Pain. Pero tampoco quiero serlo.
Resoplé demasiado fuerte, y me bajé del capó. Recogí la mochila y eché a andar como si tuviera demasiada prisa en llegar a algún lado.
-¡No espera no te vayas!- Pero no me giré y no iba a hacerlo.- Eres tan mona cuando te pones celosa.
Y me giré.
-No estoy celosa.. Oh mierda.- Al girarme me choqué contra su pecho y él se río provocando esa dulce arrugita en su ojo izquierdo.-No estoy celosa, si lo estuviera sentiría algo por ti.
-¿Y qué sientes por mí?- Me quedé mirándole vacilante, no iba a salirse con la suya.
-Odio, por ejemplo.
-Bueno aunque intentes mentirte a ti misma sigo pensando lo mismo, estas preciosa cuando te enfadas conmigo.
-No estoy mientiéndome, no siento nada por ti. 
-Si no sintieras nada por mí no hubieras dejado a un desconocido a que te invite a desayunar y que te haga llegar tarde a clase, porque por lo que se eres buena en los estudios, vamos que estás hecha todo una cerebrito...
-¿Llegar tarde a clase?- Miré el reloj de mi muñeca. Faltaban quince minutos para que cerraran las puertas y el autobús salía a y media.
-Mierda, mierda, mierda...
-Tranquila sube, yo te llevaré.- Señaló la camioneta que aún tenía todo el desayuno abandonado en el capó. Negué rotundamente con la cabeza y me empecé a separar de él.
-Ni de coña chaval, cogeré el autobús.
-El bus ya ha salido, no vas a llegar a tiempo.-Se quedó allí mirándome con las llaves en la mano mientras las zarandeaba de un lado a otro.- Vamos yo conduzco bien, te llevaré antes de que cierren las puertas.
-Llévate a ti mismo.
Y eché a correr hacia la parada que se encontraba al otro lado de la calle en la que ahora vivíamos. Deseaba con todas mis fuerzas que fuera mentira, que el autobús aún no se hubiera ido y pudiera cogerlo. Pero al llegar y recuperar el aliento me percaté de ello, él tenía razón el autobús ya se había ido, a saber hace cuanto. Miré en la parada y el próximo llegaba en media hora. Media hora que no podía desperdiciar tirada en la parada, tenía que llegar al instituto de un modo u otro. Y el único que sabía era corriendo.
Así que me até las zapatillas, cogí aire una vez más, intenté memorizar la ruta y eché a correr lo mejor que pude. Pero, como no, algo también me tenía que salir mal. Sólo había ido un día al instituto y apenas llevaba una semana en la ciudad, no conocía a nadie ni nada, y mucho menos las calles. Todo eran casas de diferentes colores, tamaños y formas y cada calle que cruzaba me parecía más extraña que la anterior, no recordaba haber pasado por ninguna de ellas y lo peor, no recordaba por cual tenía que ir para llegar al instituto.
Y un claxón sonó a mi lado tan fuerte y tan de repente que me asusté dando un brinco yo y mi corazón.
-Joder, me cago en su p... Mierda Pain, que susto me has dado. ¿Qué haces aquí?
-Buscarte, y ¡bingo! te he encontrado.
-Wow, que suerte la tuya ¿no? Bueno déjame en paz, tengo que ir a clase.
-Sí, sí lo que pasa es que el instituto está por el otro lado.
Señalo hacia atrás y él asiente sonriente, como si esto fuera todo un espectáculo, lo que me enfadó más. Él se lo tomaba todo a risa y diversión pero la que estaba llegando tarde a clase el segundo día de instituto era yo, verías la risa que le hace a mi madre.
-Bueno pues voy por allí.- Y me encaminé hacia el otro lado. Y él me empezo a seguir por la carretera con la camioneta.
-Admítelo no tienes ni puta idea de ir,- me paré en seco y le miré mientras recuperaba el aliento.-porque no dejas tu ego a un lado de la acera y subes a la camioneta. No voy a violarte ni matarte para vender tus órganos en el mercado negro.
-¿Y cómo sé que no lo harás?
-Porque sino ya lo hubiera hecho esta mañana, no me gusta perder el tiempo nena.
-No me llames nena y subo.
-Hecho.
Respiré una vez más y aunque fuera un poco contra mis principios me subí a la dichosa camioneta. Al montarme sinceramente no sé que esperaba pero no era como me la imaginaba. No había rastro de basura, comida mordisqueada o algo repugnante. Tenía la radio puesta y la canción que sonaba no era mala, ni mucho menos, a mi me gustaba. Me fui a poner el cinturón pero me percaté de que no había.
Él me miró y lanzó una risita burlona.
-Me gusta vivir al límite, no hay cinturones.
Me fijé que él tampoco tenía. Y entonces arrancó la camioneta y salimos de aquella calle que era igual de confusa como las otras quince que recorrí antes. Giró en la siguiente avenida a la izquierda tan fuerte que como ambos asientos no estaban separados sino que formaban solo uno me caí en sus piernas.
-Luego dices que no sientes nada por mí.
-Oh dios.
Me incorporé y me apreté tanto a la ventanilla como pude para no tenerle tan cerca nunca más otra vez. Aunque intentara ocultarlo se estaba riendo y eso me enfurecía.
-No te rías, ha sido culpa tuya. Conduces demasiado deprisa y tomas las curvas como si fueran montañas rusas.
-Te lo he dicho, me gusta vivir al límite.
-Esto no es vivir al límite, esto es intentar matarte en cada curva. Vas demasiado deprisa en la vida.
Apartó la vista de la carretera un segundo para mirarme y fue la primera vez que creí ver su verdadera mirada, triste, oscura, profunda, casi me dio pena. Después volvió la vista a la carretera y siguió conduciendo hasta que llegó al instituto. Casi a tiempo de que cerraran las puertas.
-Te dije que llegaríamos a tiempo si te llevaba yo en camioneta.
Y efectivamente así fue, por mucho que me doliera admitirlo. Le miré y me seguía sonriendo su mirada moribunda había desaparecido volvía a tener esos ojos brillantes que parecían vivir siempre llenos de felicidad. 
-Gracias de todos modos.- Me bajé de la camioneta lo más rápido posible y salí corriendo antes de que cerraran las puertas del instituto sin preocuparme de si Pain me seguía o no.
Me alegré de distanciarme un poco de él, el chico era misterioso a la vez que irritante pero tenía algo que no se, me atrapaba por dentro y me hacía estar cerca de él, no tanto como para tirarme hacia sus pantalones, pero que me obligaba a tenerlo cerca y al mismo tiempo cuanto más cerca estaba de él más me convencía de que era peligroso y algo tóxico.
Para cuando llegué a mi aula todos los alumnos estaban ya sentados y la profesora estaba de espaldas a mí, así que me escurrí hasta la última fila sin decir nada para que no se percatara de que llegaba algo tarde.
-Ey española.
-¡Mierda Niall que susto!
-Baja la voz que te van a pillar.- Al otro lado de mi asiento estaba el rubio de Niall con esa sonrisa tan peculiar suya. Hoy llevaba una camiseta sin mangas negras de Nirvana. La verdad, parecía un libro abierto a lo que gustos musicales se refiere.- ¿Se te han pegado las sábanas eh dormilona?
En ese momento pensé en decirle que sí, que el despertador no había sonado, que el bus no había llegado o que mi perro imaginario se había comido los deberes pero Niall no era mi profesora y no podía mentirle otra vez.
-Si te lo cuento no te lo crees.
-Seguramente, pero aún así cuéntamelo, Historia apesta.- Totalmente de acuerdo con su respuesta le respondí.
-Pain me ha venido a buscar a casa... sí sí no me mires así, para ir a desayunar. 
-Y una mierda. Si me dijeras que has visto a Obama de camino a clase podría haberme llegado a creermelo, pero eso. ¿Tan pillada estás por él?
-¿Yo? Pero si no es más que un ego con patas. Me pone furiosa pensando que voy a ser una de sus conejitas. Lo lleva claro.
Niall enarcó las cejas y apartó la vista de mi para mirar a la pizarra. Nadie hacía ni caso a la profesora o su charla sobre los Reyes Católicos.
-¿Qué pasa? ¿Te crees que soy una de ellas?
-No, para nada.
-¿Entonces?
-Yo sólo te digo que siempre son las "conejitas" como tu las llamas las que van a él, Pain nunca se interesa por nadie, sólo vive el día a día, por eso me parece extraño que esté haciendo todo esto contigo. Es un tío chungo, sólo ten cuidado, por favor.- Y me miró de nuevo antes de volver la vista a la pizarra de nuevo y dar por finalizada nuestra conversación.


FIN DEL 3er CAPÍTULO

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Hooola
Sé que he perdido a muchos lectores y si os soy sincera no sé si alguien sigue leyendome y os juro que lo entiendo. Llevo casi 3 meses sin escribir, al principio no tenía tiempo con las clases pero la verdadera razón es que no tenía ni inspiración ni motivación, me quedé atascada en este capítulo y si me sincero de nuevo no estoy muy orgullosa de como ha quedado.
De todas formas aquí está, espero a partir de ahora escribir con más fluidez porque la verdad tengo grandes ideas para esta historia sólo me queda desarrollarlas.
Antes de irme, si alguien está leyendo esto ahora y lleva leyéndome desde que empecé la historia decirle que se merece lo mejor porque esperar tanto tiempo por un capítulo es por verdadera devoción jajaja lo aprecio un montón en serio.
Gracias a todos los que hayáis leído el capítulo, ya seáis nuevos o viejos readers, comentadme abajo qué os ha parecido, qué debería mejorar, etc...
OS QUIEROOOO!!! <3 Xx